jueves, 28 de febrero de 2013

Viajando a la Inglaterra de los 50


Desde siempre me han fascinado los viajes en el tiempo. Suelo leer todo tipo de libros que hablen de ello, al igual que veo todas las películas que se hacen sobre el tema.
 
 

Hace unos años me regalaron un libro cuya sinopsis me recordó un poco a la película Peggy Sue se casó, y aunque tenía el aspecto de una novela rosa, algo que no he podido tragar desde nunca, decidí leerla porque ya digo que los viajes en el tiempo me pueden. Era verano y me lo llevé a la playa, donde tumbada en una hamaca bajo la sombrilla, entre baño y baño, comencé a sumergirme en lo que resultó ser una obra simpática y divertida, sencilla de leer, ese tipo de novelas que simplemente te arrancan una sonrisa sin otra pretensión que la de entretenerte mientras la lees.
 
 

La protagonista de Pasado Imperfecto, Rosie, vive en un pequeño pueblo inglés, es periodista y acaba de irse a vivir con su novio. Los fines de semana suele salir de cervezas con él y una pareja amiga que tienen toda su confianza. Tiene una vida relativamente tranquila, sin demasiados problemas a no ser algunas neuras acerca de un futuro que no ve muy claro. Un buen día, mientras realiza un reportaje en un barrio marginado, sufre una especie de desmayo a las puertas de la casa de una señora que piensa entrevistar. Cuando se recupera un poco, la señora parece un poco preocupada por su aspecto y la hace entrar para ofrecerle algo de beber. Rosie agradece la ayuda y va tras ella. Entonces nota que el interior de la casa tiene un aspecto anticuado y de que aquella mujer no es en realidad quien viera momentos antes.  Poco a poco, se va dando cuenta de que está en un escenario de los años cincuenta, y aunque al principio sospecha ser víctima de un  reality-show, también se pregunta si será verdad que ha ido a parar a un pasado sin móvil, ordenador, secador de pelo, lavavajillas o cualquier otro invento de la era moderna.
 
 
 
Para colmo, alguien idéntico a su novio también vive allí, solo que está casado y tiene hijos. ¿Es aquello un concurso o realmente ha viajado en el tiempo? Sea como sea, Rosie no tiene más remedio que seguir la corriente de esa nueva vida, adaptándose a una época que solo conocía por las películas.
 
 
 
La autora, Sharon Griffiths, nos adentra en el mundo de los años cincuenta y nos enseña la difícil vida domestica de aquellos tiempos, así como el mundo periodístico de entonces y la mentalidad de una gente que no podría imaginar un futuro como el que estamos viviendo varias décadas más tarde. Merece la pena por conocer el ambiente de la postguerra en Inglaterra y la sencillez de la gente, con las mujeres comenzando a despertar lentamente de su letargo milenario.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Premios


Geno, del encantador blog  http://cgr-subeaminube.blogspot.com.es/ , ha sido tan amable como para darme dos premios blogueros los cuales agradezco encantada. Copio pues tal cual:

PRIMER PREMIO

7 libros favoritos:

Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen

Jane Eyre, de Charlotte Brontë

David Copperfield, de Dickens

La dama de blanco, de Wilkie Collins

La gorra o el precio de la vida, de Roman Frister

Cualquiera de Stephen King

Todos los de Harry Potter, de JK Rowling

 

7 películas favoritas:

Ser o no ser, de Ernst Lubitsch

Ninotchka, de Ernst Lubitsch

Un, dos, tres…, de Billy Wilder

Arsénico por compasión, de Frank Capra

Regreso al futuro, de Robert Zemeckis

Grease, de Randall Kleiser

Pesadilla antes de Navidad, de Tim Burton

Y contestar 3 preguntas:

1-    ¿Cuál es tu sección favorita de los blogs?

Suelo leer muy variado, pero sin duda donde se habla de cine y literatura.

2-    ¿Cuántas páginas tenía el último libro que has leído?

113 páginas.

3-    ¿Cuál es la mejor adaptación de cine que has visto?

Matar a un ruiseñor, me parece sublime.

SEGUNDO PREMIO

Contestar a estas preguntas:

1-    ¿Qué es lo que más te gusta de la vida?

Estar con mi marido y mis hijos contándonos cosas y riéndonos, atesoro esos momentos como los mejores que jamás tendré.

2-    Compartir un mensaje:

Dale amor a quien te trasmite amor, tu confianza a quien se la gana y tu respeto a quien se lo merece.

 
Y ahora tengo que repartir los premios entre los blogs que leo habitualmente, algo difícil porque leo muchos y todos me parecen buenísimos. Como he visto que la mayoría de ellos ya han tenido premios parecidos, prefiero que todos lo que paséis por aquí y tengáis blogs os consideréis premiados por mí. Podéis contestar en comentarios  o pasarlos a vuestros blog.

NOTA: Geno, mil gracias, es un placer leerte y un honor que me leas. No sabes el trabajito que me ha costado limitarme a contestar siete libros o películas, he tenido que “purgar” cientos y cientos, jajajaja…

 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Un árbol crece en Brooklyn


Cuando leí hace unos años Un árbol crece en Brooklyn quedé fascinada por la historia. Me encantó leer la vida de aquella chiquilla de familia humilde cuya madre inculcó desde pequeña "que leer es lo único que puede sacar a la gente de la pobreza".  La abuela materna ya había insistido en ello cuando Frances Nolan y su hermano nacieron: si los niños leen diariamente un capítulo de una obra de Shakespeare y un versículo de la Biblia, a medida que crezcan podrán entender cualquier libro que caiga en sus manos.
 
 

Esto no es problema para Frances, que adora leer y todas las semanas va a la biblioteca pública a sacar un par de libros. Para ella no hay nada más fascinante que sentarse en las escaleras de emergencia de su edificio, a la sombra del único árbol que ha crecido en el patio, para adentrarse en el mundo de las historias que contienen sus libros. Y también para alejarse un poco de su propia vida, donde la madre pasa el día fregando suelos, el padre pierde trabajo tras trabajo a causa de la bebida y la pobreza del barrio y sus gentes la rodean.  A pesar de todo, Frances adora a su padre, un ser débil pero encantador que siempre la hace sonreír y también a su tía Sissy, una mujer algo alocada con la que su madre a veces tiene algunos altercados por el bien de los hijos.

Frances va creciendo mientras nos cuenta su vida y nos muestra un desfile de personajes entrañables, que pese a sus miserias y debilidades, consiguen enseñarle a vivir.
 
 

La historia es real. Su autora, Betty Smith relata su infancia plagada de dificultades pero también de esperanzas e ilusiones. El libro se publicó en 1943, alcanzando un gran éxito. Elia Kazan la llevó al cine en 1945 con una encantadora Peggy Ann Gardner haciendo de Frances y una impecable Dorothy McGuire como la madre. El actor que hizo de padre, James Dunn ganó un Oscar.
 
 
 

Como es natural, la película cuenta muchísimo menos que el libro pero aún así merece la pena verla. En España la titularon Lazos Humanos.
 
 

viernes, 15 de febrero de 2013

Esperando la primavera


Y los días pasan lenta e inexorablemente, que diría un escritor.

Mientras la rutina y yo seguimos dándonos la mano, las tardes se van alargando, lo que me recuerda que ya mismo llegará la primavera, que este año me promete aires de libertad que el invierno me ha vetado. Por ahora mi vida transcurre en mañanas de “cómo hacer tareas culinarias con dos muletas”, mediodías en rehabilitación y tardes creativas de lectura  y escritura. Hace dos semanas que también empecé a ir a las clases del Taller Literario y de vez en cuando doy paseos, algo que me ha hecho ver que incluso andando lentamente se llega a cualquier parte adonde quieras ir.

En cuanto a la lectura, he estado leyendo todo lo que ha caído en mis manos, incluyendo algunos clásicos como Rebeca de Daphne Du Maurier, No se lo digas a Alfred de Nancy Mitford y algunos de Agatha Christie.  Siempre es un placer para mí volver a leer esos libros que alguna vez me gustaron tanto.
 
 
 
También he disfrutado leyendo Todavía sueño contigo de Fannie Flagg, una escritora que siempre me hace sonreír y me deja con un buen sabor de boca.




El mapa del tiempo, de Félix J. Palma, me ha hecho volver a pensar que esa manía editorial de hacer que una historia tenga que tener trescientas y pico páginas cuando perfectamente puede condensarse en la mitad, es simplemente una manera de hacernos pagar más dinero por los libros. No sé si tengo razón o no, pero la cosa me mosquea un poco. La trama es muy buena y te engancha enseguida pero el ritmo es lento y repetitivo y el autor se va por los cerros de Ubeda cada minuto. En fin, estaba deseando terminarlo, la verdad.
 
 

Carmen Posadas, por el contrario, me gusta cada día más. El testigo invisible me ha parecido muy bueno. Me encanta que escriba historias basadas en hechos históricos interesantes, mezclando la realidad con la ficción de un modo muy atrayente.
 
 

Me obligué a leer Lunar Park, de Bret Easton Ellis, porque mis compañeros del Taller lo habían leído e incluso estuvieron hablando sobre él en mi primer día de clase este año. Cristina, nuestra profesora, nos explicó los motivos por los que este libro es considerado una obra de arte y aunque a algunos no les había gustado, otros expresaron su admiración y apuntaron la originalidad del escritor. Así que me puse manos a la obra y debo decir que sí, me ha gustado, pero por momentos la historia me pareció que imitaba algunas de Stephen King, uno de mis escritores preferidos.
 
 

El lustre de la perla, de Susan Waters, me ha sorprendido gratamente. Narra la historia de una chica humilde, hija de los dueños de un restaurante especializado en ostras, y una actriz. En la Inglaterra del siglo XIX, ambas se conocen por casualidad e inician una amistad que termina en relación romántica. La escritora nos va contando los complejos, temores y engaños que las dos van manteniendo mientras el ambiente de los teatros de variedades y la moral de la época rodean su mundo. Me ha parecido bastante interesante.
 
 

Ahora estoy terminando Lady Almina y la verdadera Downton Abbey, que aunque no he visto la serie de televisión me está pareciendo muy entretenido. Siempre me ha gustado esa época británica de finales del siglo XIX y principios del XX, tal vez debido a que he leído a muchos escritores ingleses durante toda mi vida. Además, nunca he olvidado esa serie de mi infancia que me encantaba, Arriba y abajo, y este libro tiene mucho que ver con ella por las similitudes en sus personajes y la atmosfera que los rodea.
 
 

Me quedan muchos por leer así que ya os iré contando.

 

sábado, 9 de febrero de 2013

La playa y yo


Mi hermana me envió esta foto de Algeciras hace unos días:
 
 
Desde entonces no puedo dejar de mirarla. Me encanta.

Adoro el mar y lo echo mucho de menos. Aunque lo tenemos relativamente cerca- estamos solo a cincuenta kilómetros de Málaga- es un fastidio tener que conducir hasta allí siempre que nos apetece respirar la brisa marina. Me gustaría salir de casa y tenerlo tan cerca como cuando vivíamos en Algeciras, Málaga o Melilla, pero mientras eso no pueda ser, al menos hay días que podemos acercarnos a la costa y disfrutar de un paisaje como este:
 
 
 
 
 
 

Es Torremolinos, la playa de La Carihuela. Estaba demasiado tranquila, la mayoría de los chiringuitos  cerrados y había poca gente paseando por el Paseo, solo unas cuantas familias y algunos guiris en pantalones cortos y chanclas. Hemos disfrutado muchísimo el paseo mañanero, con el mar de un color precioso y una temperatura como para estar en mangas de camisa. Y yo he estado haciendo ejercicio con las muletas todo el rato, un duro esfuerzo que me han recompensado con una invitación a pescadito frito y una Coca-cola light bien fresquita. ¿Se puede pedir más? Si, hacer esto todos los días, jajajaja

sábado, 2 de febrero de 2013

El cine Mirador


 
Un amigo me envió esta cartelera de cines hace algún tiempo. Era cuando en Algeciras había muchos cines, varios en el centro y prácticamente uno en cada barrio. De todos ellos ya no queda ninguno, ni siquiera uno que se haya convertido en un edificio reliquia que el ayuntamiento pueda convertir en algo acorde a los tiempos, como ha ocurrido en Málaga con alguno de los suyos. Si algo ha caracterizado a los gobernantes que han pasado por Algeciras es su falta de sensibilidad ante ciertos lugares que un día fueron emblemáticos en la ciudad. Por fortuna, últimamente hay gente que lucha contra ello y tengo esperanzas de que a partir de ahora se tenga más cuidado con el patrimonio urbanístico.

Pero yo quería hablaros de la cartelera. Como podéis ver corría el año 1973 y la entrada más cara costaba 25 ptas. y 12 la más barata. Las películas son tan entrañables como inolvidables, la mayoría pensada para los más habituales en las salas: los niños. Yo era muy pequeña entonces pero ya me dejaban ir sola al cine de verano de mi barrio, El Mirador. Por entonces los niños nos movíamos más fácilmente por las calles, seguramente porque casi todos los adultos nos conocían. Si te portabas mal, no era raro que la vecina del tercero te regañase como si fuera tu madre, y si tenías algún problema enseguida salía alguien conocido al paso para echarte una mano.

A mí me encantaba aquel cine e iba casi todas las noches durante las vacaciones. El portero era un conocido de mis padres por lo que siempre me dejaba entrar gratis y si estaba de buenas, también colaba a alguna de mis amigas. Dentro había las típicas sillas de madera características de aquel tiempo, si te movías mucho podía cerrársete con el consiguiente mosqueo de los espectadores de atrás. Antes de la sesión, mis amigos y yo nos aprovisionábamos de chucherías en el kiosco del fondo: pipas, regaliz negro y rojo, chicles “Joe Bazooka”, altramuces… Cuando empezaba la película nos callábamos expectantes, atentos a aquella pantalla que durante una hora y pico nos deleitaba con grandes aventuras. Mientras, íbamos intercambiando las viandas unos con otros, casi sin mirarnos, simplemente alargando la mano a derecha e izquierda y agarrando aquello que por el olor sabíamos que íbamos a encontrar en la mano del compañero. Si todo aquel caudal de sal y azúcar nos daba sed, teníamos que levantarnos rápidamente para no mosquear a los de atrás y correr de nuevo al kiosco, donde el dueño nos servía Casera en un vaso de cristal que él mismo fregaba después de cada visitante. O eso pensaban nuestras madres, que yo nunca lo vi. No recuerdo cuanto costaba ese sabroso vaso que bebíamos rápidamente, a pesar de las burbujitas, para volver enseguida a nuestro asiento.

En ese cine vi grandes comedias, largas epopeyas históricas y dramas que hacían lagrimear a las señoras. Me enamoré de héroes valerosos y soñé con viajes en el tiempo, aventuras en el desierto y naufragios en alto mar. Mis amigos y yo vivíamos cada noche de esos veranos como si no existiera otra cosa que aquella vida que se nos presentaba en Tecnicolor.

A la salida del cine, la realidad de la vida no nos impedía seguir inmersos en la película. Hablábamos de ella, recitando algunas frases, imitando a los personajes que se quedarían siempre en nuestra mente infantil, jugando a ser ellos. Si no habíamos gastado todo el dinero, el olor a pan recién hecho de una panadería cercana nos tentaba a retrasarnos, parándonos a comprar un bollito que nos quemaba las manos y que íbamos comiendo de camino a casa. Era una delicia cuyo sabor aún retengo en mi memoria.

Es curioso lo que una simple cartelera antigua puede llegar a decirte.



Hoy, el amigo que me envió esta joya y que fue unos de los compañeros que compartió conmigo algunas de estas vivencias, ha tenido una gran pérdida y yo no dejo de pensar en él. Cuando la vida te golpea bien fuerte el dolor es inaguantable,  lo entiendo muy bien. En esos momentos desearías volver a ser un niño, sentado en un cine de barrio, comiendo chucherías con tus amigos y riendo por cualquier cosa. Por desgracia esto no es así.

Animo Javi, espero que te quedes con los buenos momentos y olvides los malos. Como te he dicho, ahora te cuida desde el cielo. Un abrazo.