Uno de los lugares por los que casi siempre pasaba
en mis caminatas diarias – y que espero retomar en cuanto pueda- es un camino
que lleva del centro de Antequera hasta el polígono, donde se encuentra el
hospital comarcal. Hay que atravesar este bonito puente
y enseguida nos
encontramos con una larga acera ideal para pasear. Antiguamente era solo un senderito con algunas casas, pero lo arreglaron hace unos años y todo el mundo se puso muy
contento, al menos los andarines, que así nos encontramos de pronto con otro
camino diferente por el que pasear.
A ambos lados del camino pusieron este cartel que yo
aplaudo siempre.
Lo curioso de esto es que pasando por este camino,
lo que menos se ven son excrementos de perro. Podría decirse que solo algunos
incivilizados, que los hay en todas partes, no atienden los carteles donde nos
piden que mantengamos libre de porquería la zona y no recogen los desperdicios
de sus mascotas. La cuestión es que todo esté lleno de cacas de cabra y algún
que otro caballo, animales que pasan a menudo por allí. Tanto es así que a
veces cuesta caminar sobre la acera sin que el calzado no vaya pisando una tras
otra. Y claro, una se pregunta: ¿por qué los perros si y no el resto de los
animales?
Claro que estaría gracioso ver a un cabrero
recogiendo las cagaditas de sus cabritas, con lo que sabemos que están defecan.
Un paso y un apretón, otro paso y otro apretón… Sería como pedir peras al olmo.
Pobre cabrero. Tampoco veo normal que un caballista tenga que bajarse y apropiarse de las enormidades que suelta su caballito -no puedo
imaginar las dimensiones que tendría que tener la bolsa de las recogidas- para
luego volver a subir y encaminarse hasta el contenedor más cercano y deshacerse
de ella. Lo cierto es que es un sinsentido.
Pero entonces… ¿por qué un cartel de aviso a los
perros? Porque en vista de que por allí es normal que pasen otros animales que
defecan sin descanso y no es cuestión de molestar a sus dueños, ¿por qué sí a
los perros? No sé, veo lógico este tipo de carteles en otros lugares donde
realmente las cacas de los perros son la única porquería de la calle, pero no
donde cualquier otra caca campa a sus anchas. Por no hablar de la suciedad que
va dejando la gente a modo de bolsas, preservativos y porquerías similares.
Pero esa ya es otra historia.
En fin, entendiéndolo o no, yo seguiré recogiendo
las caquitas de mi Molly a no ser que estemos en pleno campo, que es donde
pienso que deben andar las cabras y los caballos. Digo yo.