Nació en un lugar donde el sol es rey, pero un día decidió
conocer mundo y recaló aquí. Desde entonces ha aprendido expresiones nuevas sin
olvidar las suyas propias. Se ríe todo el tiempo porque tiene una maleta
cargada de alegría. Y de cariño. Y de ideas donde el ceviche y el ají de
gallina comparten menú con la porra antequerana y el puchero.
Es mi amiga. La llamo la
peruanita gaditana.
Hay días en que sólo
necesito oír su voz para creer que sí, que es verdad que la amistad existe.