Había
cientos de periodistas esperando a Elinor
Glyn en Los Ángeles aquel día de 1927. La escritora británica, que llegaba
desde Inglaterra para participar en la adaptación del guión de su novela The It Girl, ya era bastante famosa por su
creaciones románticas, sus conocidos romances dentro de la alta sociedad y por
ser hermana de la diseñadora Lucile, quien sobrevivió al hundimiento del
Titanic. De hecho, se dijo que fue ésta quien la inspiró para la protagonista
de su última obra literaria.
Lo
cierto es que las novelas de Elinor se
vendían como rosquillas. Algunos críticos literarios, haciendo uso de la burla,
denominaban su estilo como un escenario único donde las protagonistas no
paraban de contonearse ante sus amores. Al parecer, era bastante almibarada
incluso para la época, pero eso no le impidió encontrar un público deseoso de
leer todo lo que escribía. The It girl
había despertado pasiones ese mismo año y Hollywood decidió sacarle partido
llevándola al cine. Lo cierto es que la película, a pesar de la supervisión de
Elinor y de que su nombre apareció en los títulos de crédito, tenía poco que
ver con el libro, de quien Dorothy
Parker dijo que dura casi trescientas
páginas en las que los protagonistas no dejan de vibrar como un par de
lavadoras.
Los
periodistas quisieron que Elinor les hablara sobre el término It y ella, rodeada de flores de bienvenida, explicó que era la cualidad que poseen unas pocas personas, eso
que atrae a los demás con su vital fuerza magnética. Con eso conquistas a todos
los hombres si eres mujer y a todas las mujeres si eres hombre. Ante los
ruegos insistentes de los congregados para que pusiera ejemplos de personas
conocidas, Elinor no dudó en nombrar a Rodolfo
Valentino, John Gilbert y el
caballo Rex de Wonder House, ganador de carreras. Más tarde agregaría al
botones del Hotel Ambassador de Los Ángeles y, por supuesto, a Clara Bow.
Clara
Bow había nacido en 1905 en un barrio pobre de Brooklyn. Era la menor de varios
hermanos que murieron al nacer, por lo que su padre ni siquiera la inscribió en
el registro civil intuyendo que seguiría el mismo destino que estos. El hombre,
irresponsable y pendenciero, acostumbraba a pasar largas temporadas fuera de
casa, por lo que la madre debía prostituirse para que ambas pudieran subsistir.
Cuando el hombre regresaba era peor, ya que organizaba broncas alcohólicas donde según parece maltrataba a las dos. La
madre, amargada y emocionalmente inestable, también bebía. Dicen que amenazaba
a Clara alguna que otra vez con un cuchillo en la garganta durante la noche y
que la niña escapaba a la calle, que se convirtió en un refugio donde conoció a
niños en iguales circunstancias. Años más tarde, en uno de los miles de
reportajes que hicieron sobre ella, un periodista aseguró que la facilidad de
sus lágrimas en el rodaje se debía a los recuerdos de aquellos tiempos,
especialmente al de un vecino que murió en sus brazos por quemaduras graves
cuando ambos contaban sólo diez años de edad.
No
resulta extraño que Clara deseara con todas sus fuerzas escapar del entorno
familiar. En 1921 presentó unas fotografías suyas a un concurso para una
revista de cine. Ya entonces, aunque no tenía más que 16 años, era una chica
atractiva con una espléndida sonrisa que atraía todas las miradas. El premio
consistía en un pequeño papel en una película, aunque tuvo la mala
suerte de que sus escenas fueron suprimidas y no se recuperaron hasta mucho
después, cuando ya era una actriz famosa.
Clara
continuó trabajando en el mundo del espectáculo sin destacar demasiado hasta
que su madre murió en 1923. Entonces se marchó a Hollywood, donde si comenzó a
despuntar con su carisma especial. En 1924 fue galardona en los WAMPA BABY STARS, una campaña
promocional del mundo del cine que servía para dar cobertura promocional a las
elegidas. Fue así como se le facilitaron las cosas para adentrarse en las compañías
cinematográficas, que enseguida supieron sacar provecho del interés que sus
actuaciones provocaba en el público. En 1925 consiguió su primer papel
principal y, a partir de ahí, no dejó de actuar durante quince horas al día.
Hizo treinta y cinco películas en cuatro años, quince de ellas sólo en 1925.
The It girl cuenta la historia de Betty,
interpretada por Clara, una chica que trabaja en unos grandes almacenes y se
propone conquistar al dueño. Es una comedia romántica que destaca por la
personalidad de la protagonista, la modernidad del papel y por esa belleza que hacía
suspirar a todos los espectadores. Si algo tuvo claro la productora con este film
es que Clara Bow era la reina de
Hollywood en aquellos momentos. No sabemos si a la autora de la obra original, Elinor Glyn, le importó que a partir de
ese momento la actriz fuese llamada It
girl. Antes ya se la había mencionado como Brooklyn Bonfire y Hottest
Jazz Baby in Films. Su carrera parecía imparable.
Se hizo
tan famosa que recibía 40.000 cartas a la semana. La gente hacía colas en los
cines para ver sus películas y todo lo que hacía dentro y fuera de
la pantalla llenaba páginas en los diarios. Dicen que el personaje Betty Boop está inspirado en ella.
Antes incluso de The It Girl ya se hablaba de una nueva versión de mujer, más atrevida y
osada, con la que ella tenía mucho que ver. Se la consideró la mayor
representante estadounidense de las Flapper,
ese movimiento femenino iniciado en Inglaterra e introducido en América por
escritores como Scott Fitzgerald, usado
para describir mujeres jóvenes de carácter rebelde. En aquellos años veinte
todo estaba cambiando. La economía en Estados Unidos era fuerte y estable por
el momento y la gente quería vivir de forma menos convencional. Estas mujeres,
de alguna manera, contribuyeron a modernizar la sociedad. Fumaban, bebían, conducían,
bailaban y se divertían. También crearon una moda nueva en la ropa, más cómoda y ligera. Y
se volvían locas por Clara Bow, que
con sus películas hacía conocer ese nuevo universo femenino.
Clara
llegó a cobrar 4.000 dólares semanales, un buen sueldo para la época, aunque
muy inferior a otros actores masculinos de igual fama. Dicen que era una
enamoradiza sin prejuicios, que lo mismo se encandilaba de su partenaire actual
– trabajó con los mejores – que de un simple técnico del plató. Probablemente
terminó decepcionada más de una vez, ya que se le atribuye la famosa frase Cuanto más conozco a los hombres más quiero
a mi perro. No obstante, era muy alegre y adoraba estar rodeada por sus
amigos. Le gustaba dar fiestas y el alcohol. Se rumoreaba que también cedió a
la tentación de las drogas, muy populares en la industria de Hollywood. Al
parecer, la obligaron a firmar un documento donde prometía portarse bien, es
decir, como una señora. Ignoro si hicieron lo mismo con alguno de sus
compañeros masculinos, famosos por sus juergas.
En 1927
protagonizó Wings, que fue la
primera en ganar un Oscar a la mejor película del año. Cuenta la historia de
unos aviadores en la Primera Guerra Mundial y merece una entrada única y
exclusiva para hablar sobre ella. Una maravillosa sucesión de escenas, antes
nunca vistas, tomadas desde el aire. Su director, William A. Wellman, fue un piloto de avión que supo arriesgar la
cámara como nadie había hecho hasta entonces. Tuvo la ocasión de seguir
haciendo películas como Enemigo público
nº 1, Beau Geste o Caravana de mujeres entre otras.
A Clara le
iba todo tan bien que es raro que pensara en el declive. Al igual que les pasó a
muchos otros actores, el cine sonoro que irrumpió como un huracán terminó con
su carrera. Es cierto que lo intentó y que siguió realizando algunas películas durante
algunos años, pero a la gente no le gustaba demasiado su acento de Brooklyn, no
les parecía adecuado a la imagen que se habían formado de ella anteriormente.
Así que perdió popularidad mientras otras figuras se abrían paso en la escena. Muchos famosos no lograron
superar la criba sonora, aunque curiosamente hubo una actriz alemana que, a
pesar de su acento, continuó haciéndose un lugar dentro del estrellato. Se
llamaba Marlene Dietrich.
Clara Bow se retiró en 1933. El año
anterior se había casado con el actor Rex
Bell, con el que tuvo dos hijos. Sufrió algunos problemas emocionales
debido a su ocaso y se comenta que incluso intentó suicidarse. Durante sus últimos años
llevó una vida modesta con su familia, sin ser reconocida allá donde fuera.
Murió en septiembre de 1965 de un infarto y está enterrada en el cementerio Forest Lawn Memorial Park de Glenale,
California.
La Chica Eso quedó enterrada en el olvido
y otras estrellas la sustituyeron.
Es la historia de Hollywood.
Es la historia
de la vida.