Cuando llegamos a la casa comenzamos a desempaquetar
todo lo que llevábamos para pasar esa Navidad campera que tanto ansiábamos.
Molly no venía en la maleta, no creáis, tal vez estaba cansada del viaje o
esperaba a ver qué hacíamos. En cuanto se dio cuenta de que íbamos a quedarnos
allí, se puso a olisquear a su antojo.
El exterior era precioso. Estábamos rodeados de una
naturaleza en todo su esplendor con olor a húmedo. El primer día no llovió pero
a partir del segundo aquello se convirtió en un temporal en toda regla que incluso rompió algún que otro árbol.
Por suerte, dentro de la casa se estaba muy bien y pudimos disfrutar del calor del fuego y de la preparación de todo un menú casi improvisado con el que seguramente engordamos varios kilos.
Por suerte, dentro de la casa se estaba muy bien y pudimos disfrutar del calor del fuego y de la preparación de todo un menú casi improvisado con el que seguramente engordamos varios kilos.
Lejos de centros comerciales, de petardos en las calles
y de la habitual propaganda consumista de la época, allí respiramos un aire
puro que daba sentido a la paz y armonía que en estos días se pretenden.
Para repetir.
qué bonitas fotos, merchi. parecen sacadas de un cuento. estuvisteis en un lugar que da mucha paz, salvo por el tiempo que hizo. es verdad que con la navidad las ciudades se ponen muy agobiantes. molly, qué a gusto estaba dentro de la maleta! ;)
ResponderEliminarbesitos y feliz fin de año!!
Que bonito rincón el de la chimenea. ¡Feliz 2014!
ResponderEliminarNavidades bellas y acogedoras. Feliz 2014, Merchi.
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