Ha vuelto el calor, y hoy hacía tanto que no me
apetecía dar mi caminata diaria por los alrededores de Antequera, donde seguro que el sol iba a castigarme. Pensé en
callejear un poco, dado que así estaría protegida por alguna que otra sombra.
¿Siete u ocho kilómetros por dentro de la ciudad? ¿Por qué no?
Lo primero es tener ganas de subir cuestas, que no
faltan en Antequera. Pero si te pasa como a mí, que me comí un par de pasteles
de postre, esto viene fenomenal. Sudores y sudores, uf, venga, largaos, calorías, jeje...
Después de subir y bajar durante un buen rato,
encuentro cosas como estas: