Lejano Oeste. Una cantina sucia, llena de humo.
Suena una música típica interpretada por un pianista de aspecto aburrido. La
sala está ocupada por varias mesas donde unos hombres de aspecto feroz juegan
al póquer mientras se miran con desconfianza. Algunos escupen en el suelo como
si con ello quisieran demostrar lo temibles que son. El camarero, tras el
mostrador, los observa a la vez que seca unos vasos o sirve un whisky a un
parroquiano. De pronto un recién llegado irrumpe en escena y todos lo escrutan
fijamente cuando va acercándose a la barra. El pianista interrumpe su canción y
también se queda mirando como si esperara cualquier anécdota inmediata.
-
Sírveme una zarzaparrilla.- dice el
nuevo al camarero.
La sala entera estalla en carcajadas repentinas, tan
escandalosas que hasta la gente de la calle asoma sus cabezas por las ventanas
para curiosear. El camarero coge una botella de whisky y la coloca sobre el
mostrador con un fuerte golpe.
-
Aquí no servimos más que esto.- dice- El
que quiera esa mierda de bebida para niños que se vaya el hotel de la esquina.
Podría seguir con la consiguiente escena de la pelea
donde quedará demostrado que el desconocido no es otro que un héroe que quiere
salvar a la ciudad de los malhechores y borrachos que campan a sus anchas.
Seguramente disparará a unos cuantos, matándolos inmediatamente, y también
recibirá algunos tiros que por supuesto no rozarán siquiera su ropa. Pero no
quiero contar un western, a pesar de lo mucho que me gustan. Yo quiero hablar
de la zarzaparrilla, esa palabra que he oído cientos de veces en películas del
oeste americano -y en otras de otro tipo-, y que siempre me ha dejado con las
ganas de conocer de que va esta bebida que es tan famosa por aquellos
lares.
Al parecer la zarzaparrilla es una planta sudamericana
de la que se saca una bebida parecida a la Coca-cola. Puede que haya sido esta
última la que desbancara a la primera, pues a partir de los años en que Atlanta
comercializó su famosa y burbujeante gama de refrescos arrojados al mundo, la zarzaparrilla
pasó a ser algo minoritario de bajo consumo. Solo en algunos estados americanos
y México continuó bebiéndose de forma habitual.
A pesar de que se habla de que la planta ha sido
utilizada para elaborar pesticidas y otros venenos, lo cierto es que la mayoría
opina que es medicinal al cien por cien. Por ejemplo, se utiliza para casos tan
diferentes como impotencia sexual, reumatismo, depurativo, problemas de la piel
e incluso para disminuir la acción de algunos venenos ingeridos. Últimamente también
se comenta que ayuda a adelgazar, por lo que hay quien la agrega a las
dietas.
Por si queréis probarla os dejo una receta de cerveza de zarzaparrilla que he
encontrado por la red:
-
1 taza y media de extracto de raíz de
zarzaparrilla (de venta en herboristerías, dicen)
-
4 tazas y media de agua
-
7 tazas de miel
-
Agua con gas
Se mezcla la hierba, la miel y el agua normal hasta
formar una especie de jarabe consistente. A continuación se ponen dos
cucharadas de este jarabe en un vaso de agua con gas, esta última debe estar
muy fría, y se mezcla. Ya está. Como te sobrará concentrado, lo guardas en la
nevera y repites las veces que quieras.
La verdad es que cuesta creer que sirva como
adelgazante con siete tazas de miel. Tal vez para esto se utilice de otra
manera.
Yo voy a esperar a que alguien la pruebe y me
cuente, jajajaja..