viernes, 8 de marzo de 2013

Día de la Mujer



Cuentan que un 8 de Marzo de 1857, las obreras de una fábrica de Nueva York se manifestaron para protestar contra la injusticia de la desigualdad de condiciones y sueldos que padecían frente a sus compañeros masculinos. Al parecer el dueño de la fábrica decidió prender fuego al edificio por lo que 129 mujeres murieron sin que se pudieran atender sus ruegos. Nadie sabe si la historia de esta fecha y este lugar en concreto sucedió en verdad, pero eso poco importa pues durante todo el siglo XX hubo sucesos parecidos que ocurrieron en distintos lugares del mundo cuando algún grupo de mujeres decidió reivindicar sus derechos. A lo largo de los siglos, la mujer ha sido siempre la victima perfecta de cada momento político, de cada guerra, de cada penuria y en definitiva de todos los defectos que nuestra sociedad ha ido padeciendo.
 
 

Han pasado muchos años desde que algunas mujeres comprendieran que había que luchar por equipararse a los hombres, muchos años de lucha y reclamaciones que han ido avanzando muy lentamente, la mayoría de las veces teniendo que recular gracias a movimientos políticos o religiosos que frenaban cada paso hacia adelante. Sin embargo, miles de mujeres valientes continuaron reclamando esa igualdad soñada pese a las humillaciones, maltratos y en algunos casos incluso muertes. Fueron ellas las que nos regalaron un día especial para reclamar nuestros derechos y gritarle al mundo que merecemos la misma consideración que los hombres.
 
 

Desde entonces ha llovido mucho. A veces me pregunto que pensarían esas señoras sufragistas que lucharon por mejorar nuestras condiciones de vida si nos vieran ahora. Imagino que notarían un notable cambio, al menos en los países occidentales la constitución nos ampara y nos equipara a los hombres en igualdad de oportunidades y derechos. Sin embargo, como todos sabemos, la teoría es muy bonita, sobre todo cuando los políticos se llenan la boca con ella, y este es un tema que cada partido suele utilizar a su antojo. La realidad es que todavía hay diferencias entre  hombre y mujer en el mundo laboral. A las mujeres que vamos a solicitar un puesto de trabajo aún nos preguntan si estamos casadas, si pensamos tener hijos o incluso –aunque parezca mentira- si los cambios hormonales afectan a nuestro rendimiento. En esto España se lleva la palma a pesar de que durante muchos años hemos tenido ministras que se rasgaban la camisa alegando lo feministas que eran.
 
 
 
Ahora, con la crisis en España, los hombres de más de cuarenta años se consideran mayores para cualquier puesto de trabajo, algo que está deviniendo en protestas por ese colectivo que se ve abocado a estar en paro el resto de su vida, que curiosamente y dada las expectativas actuales en nuestro país, pueden ser otros cuarenta años más. Pero esto es algo que ha estado ocurriendo con las mujeres incluso en épocas de bonanza, donde solo la administración pública tuvo unos mínimos detalles de incorporar a mujeres de esa edad. Lo cierto es que nos hemos acostumbrado a que la mayoría de los puestos de trabajo estén hechos para jovencitas, anteponiendo en muchos casos la imagen al resultado laboral. Me consta que hay países europeos donde está prohibido poner la edad en el currículo, pero aquí, si no la pones, ni siquiera se molestan en mirarlo.  




¿Y qué dirían esas sufragistas de nuestros maravillosos anuncios de televisión? De esas esqueléticas modelos de dieciséis años que nos bailan para vender compresas, o de las que se irritan en extremo porque la mampara del baño nunca queda totalmente limpia. Y saliendo de los anuncios, de esas presentadoras con minifalda o de algunos necios personajes femeninos que pululan por los programas, anteponiéndolos a grandes y excelentes mujeres a las que nunca dan cobertura. Bonito ejemplo para las generaciones futuras.
 
 

Pero si salimos de España y del mundo occidental, donde todavía hay mucho que pelear, difícilmente podemos sentirnos satisfechas. Porque en otros países las mujeres siguen viviendo en la Edad Media, cubiertos sus rostros, sin derecho a otra cosa que no sea la voluntad de los hombres que las rodean,  castigadas y maltratadas, muriendo en los partos, violadas, asesinadas en muchos casos por sus propios familiares… Mujeres sin voz, sin rostro, sin vida…
 
 

No sé si este día es bueno o no. No me interesa mucho un día donde los políticos salen a decirnos cuanto se acuerdan de las mujeres para luego seguir en las mismas. Se han habituado a seguirnos la corriente, a alabarnos para tenernos contentas, a llamarse nuestros defensores y mostrarse en exceso amantes de nuestra causa. Pero las palabras se las lleva el viento y mientras tanto, ya digo que hay mucho que hacer todavía.  

2 comentarios:

  1. y tanto que queda mucho por hacer, merchi. cuando acabé la carrera leí unos libros sobre cómo hacer el curriculum y la entrevista de trabajo, escritos por un presunto experto en recursos humanos. entre otras muchas, muchísimas sandeces, decía que en las empresas preferían que los hombres fueran casados, ya que eso denotaba una vida estable; y que las mujeres fueran solteras, porque de eso modo se podían dedicar plenamente a la empresa. y el autor lo explicaba de una manera en la que se intuía que apoyaba esa idea. eso me llegó al alma y siempre lo cuento...

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  2. Puede ser una sandez pero es la realidad diaria del mundo laboral en este país. A mí me han preguntado tantas idioteces en las entrevistas de trabajo que dan para escribir un libro. Lamentablemente, tengo qué decir que muchas de esas entrevistas me la han hecho mujeres. Y este es otro tema del que habría que hablar, lo poco solidarias que solemos ser unas con otras. Así nos va. Pero bueno, esa es otra historia.

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