A veces una se encuentra con fotos así.
No recuerdo ese día. Mi hermana Mª José, con
coletas, sonríe a la cámara mostrando una mella. Yo estoy menos sonriente,
aunque parezco relajada. Imagino que el fotógrafo nos estaría hablando. “Mirad
al pajarito”, se solía decir en aquellos tiempos, nada que ver con el tan
famoso “cheeeeeseeee” de ahora. Y aunque ya habíamos aprendido que no había
ningún pajarito que saliera de repente por arte de magia, también sabíamos que
había que sonreír y quedarse un ratito inamovible, atentas a aquel click con el
que terminaría la forzada quietud tan odiada por cualquier niño.
La foto está hecha en el Colegio Virgen del Mar,
donde mis hermanas solo estuvieron un par de cursos pero donde yo hice toda la
EGB. En ella se puede apreciar el típico decorado que los fotógrafos
colocaban entonces: un panel dibujado de una ventana con vistas a una fuente y
un jarrón lleno de flores. Estamos sentadas a una mesa, supongo que la del director
del colegio, donde aparte del soporte para plumas y el consabido libro de todos los retratos escolares de la época, me
llama la atención ese teléfono que durante tantos años acompañó nuestras casas.
Ambas llevamos los jerséis que mi madre solía hacernos a las tres –mi hermana
Macarena no aparece porque al ser mayor se ganaría una fotografía solo para
ella, supongo- y esas bolitas doradas que desde nuestro nacimiento, hasta
muchos años después, estuvieron siempre en nuestras orejas.
Esta fotografía, guardada en mi vieja caja de
galletas, me hace pensar algo muy curioso. Porque a pesar de que recuerdo esas
caritas angelicales que aparecen en ella, -recuerdos de mi niñez que siempre
permanecerán dentro de mí- ahora, con el paso de los años, también veo en ella
a otras personas, hijos y sobrinos que entonces no existían y que años más
tarde han copiado nuestros rasgos, al igual que harán sus descendientes,
perpetuando ojos, cabellos, pómulos, sonrisas… Cosas de la vida.
qué bonita foto, merchi. estáis muy guapas las dos. es verdad, luego en los niños que van naciendo en las siguientes generaciones se reconocen rasgos familiares.
ResponderEliminaren casa de mi abuela, que está conservada como hace cincuenta años, hay un teléfono como ése que todavía funciona.
yo también voy a publicar una foto antigua mía en la próxima entrada, jeje.
besos!
Es una foto preciosa jejeje
ResponderEliminarMe encantaaaaaaa!!!
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