viernes, 19 de diciembre de 2014

¿Nos comemos un Belén?


La fábrica de Galleros Artesanos de Rute, en Córdoba, crea un lazo de unión entre la Navidad y el chocolate que todos los años sorprende a sus visitantes. Lo anuncian como El Belén de chocolate más grande del mundo, y probablemente sea verdad. Hacer una escapadita hasta el pueblo en estas fechas es algo esencial para muchísima gente. Docenas de autobuses llegan diariamente cargados de visitantes para contemplar un museo muy especial que no deja indiferente a nadie.
 
 

Antes de ver las obras de arte en chocolate se puede ver la fábrica a pleno rendimiento. A más de uno se le hace la boca agua ante el fuerte olor y las vistas de la elaboración de múltiples delicias.
 


Tres meses de trabajo y unos doscientos kilos de chocolate costaron realizar esta imagen de Isabel Pantoja.
 
 

¿A que nunca habéis visto el carro de Manolo Escobar convertido en comestible?




Y aquí el presentador Juan y Medio.


Los reyes actuales y los jubilados.




 ¿Podéis ver el ombligo de Letizia? La verdad es que me hizo mucha gracia.

Ahí tenéis a Pepa Pig hecha con chocolate de varios colores.


Este Bob Esponja de abajo, por ejemplo, está hecho con 150 kilos de chocolate blanco, un trabajo que realizaron dos maestros pasteleros durante tres semanas.
 


Y ya pasamos al Belén, maravilla de las maravillas. Todo, absolutamente todo, está hecho del dulce manjar de dioses. Contemplar cada casa, cada camino o detalle es una recreación para la vista.


 











Por supuesto no podía faltar la Sagrada Familia, esta vez enmarcada en un patio cordobés.
 



¿Y qué hacen después de Navidad con todo este chocolate? Pues lo funden en una chocolatada enorme para todos los colegios de la comarca.
 

 

2 comentarios:

  1. qué chulada!! sí se ve el ombligo de letizia, jeje. todas esas figuras de chocolate en una habitación tienen que desprender un olor más rico... es buena idea que luego lo reciclen, porque comerse las figuras directamente daría pena, jeje.
    besitos, merchi!

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  2. Oooh que obras de arte más deliciosas. Desde luego que tiene que merecer la pena acercarse a visitarlo pero ¡hmmm, que hambre! jajajajajja

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