A veces cuando una está buscando algo en especial –un
libro, una foto, un título- se encuentra con cosas que al final te hacen
olvidar lo anterior para sumergirte en un mundo de recuerdos. Es lo que me ha
pasado esta mañana. Rebuscaba en el altillo de uno de los armarios cuando he
dado con estos pequeños tesoros que me han hecho sonreír. ¡Cuántas horas habré
pasado con ellos en determinadas épocas de mi vida!
Dentro vienen unas diez historias, casi todas los típicos clásicos que se cuentan a los niños desde pequeños. Estas dos eran las que más me gustaban.
Recuerdo como si fuera ayer este Aladino que me trajeron los reyes magos. Me encantaban los dibujos, me parecían de lo más exóticos y me pasaba horas mirándolos.
Y cuando ya me conocía la historia de Heidi por
aquella serie animada que casa sábado después de comer nos brindaba la
televisión pública, los reyes volvieron a alegrarme el día con este regreso del
personaje de Juana Spyri.
Tal vez fue la primera vez que estampé mi nombre en el interior de un libro, no puedo asegurarlo. Luego se convirtió en una costumbre que sigue hasta el momento actual. Claro que ya no pongo la edad, pero si la fecha.
Tal vez fue la primera vez que estampé mi nombre en el interior de un libro, no puedo asegurarlo. Luego se convirtió en una costumbre que sigue hasta el momento actual. Claro que ya no pongo la edad, pero si la fecha.
Ay, mi colección de Don Miki. Cada semana contaba
las pesetas que había ido reuniendo para comprarlos como si del recuento
dependiera mi vida. Lo devoraba en pocos minutos, pero poco me importaba pues
lo leía una y otra vez hasta aprendérmelo de memoria. Todavía si les echo una
ojeada puedo recordar cada aventura.
Y cuando andaba por los quince años me
dio por Mafalda. Decoré mi vida con ella: carteras, cuadernos, camisetas…
Muchos años más tarde me regalaron un tomo enorme que contenía todas las tiras
de Quino, pero no quise desprenderme de estos comics que me habían acompañado
durante tanto tiempo.
Si he encontrado estas cosillas por casualidad es porque me encantaba enseñárselas a mis hijos y por eso están
ahí, no demasiado escondidas. Me satisface pensar que ellos también los han
disfrutado en su niñez y que yo, al compartirlos con ellos, volví a vivirlos
con la nostalgia enchufada y un cariño entrañable a su olor a viejo y a sus
páginas gastadas.
Y como dije al principio, ahora he olvidado el origen de
la búsqueda.
merchi, qué cantidad de cosas chulas has encontrado! en la feria del libro antiguo hay muchos cuentos y comics de esos, pero has tenido la suerte de encontrarlos sin salir de casa.
ResponderEliminaresas novelas ilustradas de bruguera, como la de heidi, estaban genial. qué gracioso el detalle de tu nombre y tu edad entonces escritos con tu letra! :)
besos
Don Mikis de esos se compraron un montón en esta casa y seguro que aún andan por ahí. Que bonito es reencontrarse con estas joyas
ResponderEliminarChema, yo me he comprado en algunos puestos callejeros algún que otro tomo de Esther. Siempre que veo alguno por la calle lo reviso por si acaso encuentro alguna cosilla chula.
ResponderEliminarGeno, me encantan todavía esos Don Mikis ;)