lunes, 12 de agosto de 2013

Las cosas que una encuentra


A veces cuando una está buscando algo en especial –un libro, una foto, un título- se encuentra con cosas que al final te hacen olvidar lo anterior para sumergirte en un mundo de recuerdos. Es lo que me ha pasado esta mañana. Rebuscaba en el altillo de uno de los armarios cuando he dado con estos pequeños tesoros que me han hecho sonreír. ¡Cuántas horas habré pasado con ellos en determinadas épocas de mi vida!

 
Probablemente este no fue de los primeros cuentos que tuve- recuerdo otros que deben andar por ahí- pero si es de los más antiguos que conservo.




Dentro vienen unas diez historias, casi todas los típicos clásicos que se cuentan a los niños desde pequeños. Estas dos eran las que más me gustaban.






Recuerdo como si fuera ayer este Aladino que me trajeron los reyes magos. Me encantaban los dibujos, me parecían de lo más exóticos y me pasaba horas mirándolos.



 

Y cuando ya me conocía la historia de Heidi por aquella serie animada que casa sábado después de comer nos brindaba la televisión pública, los reyes volvieron a alegrarme el día con este regreso del personaje de Juana Spyri.



Tal vez fue la primera vez que estampé mi nombre en el interior de un libro, no puedo asegurarlo. Luego se convirtió en una costumbre que sigue hasta el momento actual. Claro que ya no pongo la edad, pero si la fecha.


 

Ay, mi colección de Don Miki. Cada semana contaba las pesetas que había ido reuniendo para comprarlos como si del recuento dependiera mi vida. Lo devoraba en pocos minutos, pero poco me importaba pues lo leía una y otra vez hasta aprendérmelo de memoria. Todavía si les echo una ojeada puedo recordar cada aventura.


 

Y cuando andaba por los quince años me dio por Mafalda. Decoré mi vida con ella: carteras, cuadernos, camisetas… Muchos años más tarde me regalaron un tomo enorme que contenía todas las tiras de Quino, pero no quise desprenderme de estos comics que me habían acompañado durante tanto tiempo.

 

Si he encontrado estas cosillas por casualidad es porque me encantaba enseñárselas a mis hijos y por eso están ahí, no demasiado escondidas. Me satisface pensar que ellos también los han disfrutado en su niñez y que yo, al compartirlos con ellos, volví a vivirlos con la nostalgia enchufada y un cariño entrañable a su olor a viejo y a sus páginas gastadas.

Y como dije al principio, ahora he olvidado el origen de la búsqueda.

 

 

3 comentarios:

  1. merchi, qué cantidad de cosas chulas has encontrado! en la feria del libro antiguo hay muchos cuentos y comics de esos, pero has tenido la suerte de encontrarlos sin salir de casa.
    esas novelas ilustradas de bruguera, como la de heidi, estaban genial. qué gracioso el detalle de tu nombre y tu edad entonces escritos con tu letra! :)
    besos

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  2. Don Mikis de esos se compraron un montón en esta casa y seguro que aún andan por ahí. Que bonito es reencontrarse con estas joyas

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  3. Chema, yo me he comprado en algunos puestos callejeros algún que otro tomo de Esther. Siempre que veo alguno por la calle lo reviso por si acaso encuentro alguna cosilla chula.
    Geno, me encantan todavía esos Don Mikis ;)

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