Tal como comenté en la entrada anterior, parece que hubo una época en que
los escritores no necesitaban rellenar muchas páginas para contar
magníficamente una historia. He estado leyendo algunos, a veces por sugerencias
del Taller Literario y otras por gusto de encontrarme nuevamente con grandes
olvidados o descubriendo otros que siempre quise leer. Aquí os dejo unos
cuantos libros que tienen alrededor de cien páginas como mucho.
El sendero en el bosque, de Adalbert Stifter, es uno de esos de los que
alguien me habló hace muchos años y cuyo título tenía aparcado en un rinconcito
de mi mente para cuando me topara con él. En poco más de sesenta páginas, nos
cuenta la historia de Tiburius Kneight. “Hay que advertir que el señor
Tiburius, de joven, era un gran mentecato.”, nos presenta el autor al solitario
e hipocondriaco protagonista, quién cansado de su vida tediosa y llena de
lujos, visita a un doctor algo excéntrico que le aconseja perderse durante una
temporada en un balneario cercano a un bosque. Allí, Tiburius comienza a dar
largos paseos, descubriendo un sendero que no solo le conducirá a un mundo
nuevo, sino donde también conocerá a algunas personas que le enseñarán el valor
de la vida. Su autor, un austriaco nacido en 1805 que estudió en Viena y fue funcionario
del Imperio Austro-Húngaro, la publicó en 1845. Como dice la reseña del libro, “esta
obra es un sorbo de agua fresca en un día de calor, lleno de inocencia y
sobriedad, pero también de una profunda sabiduría.”
Creo que ya mencioné a Las hermanas Bunner, de Edith Wharton, una escritora
americana que escribió esta novela en 1892 pero que no fue publicada hasta
1916. Fue autora de La edad de la inocencia, otra magnífica obra que inmortalizó
una película de mucho éxito en los años noventa. El libro nos adentra en la
vida de dos hermanas, Ann Eliza y Evelina, que son dueñas de una modesta
mercería en un barrio humilde de Nueva York. Todo comienza cuando Anna Eliza
regala un reloj a su hermana y esto, que parece un detalle sin importancia, desencadenará
un cambio brusco en la sencilla existencia que ambas llevan. Me ha encantado la
descripción del Nueva York de entonces, así como de los personajes, inmersos en
una atmosfera muy bien lograda que nos adentra en ese pequeño universo de las
Bunner.
Elisabeth Gaskell fue una escritora inglesa amiga de Charles Dickens, con
quién discutía de literatura a menudo junto a otros escritores de la época y colaboraba
en la revista que el ilustre escritor dirigía, Household Words, con capítulos
semanales de sus relatos. Además de muchas novelas, donde abunda la crítica de
la vida que las mujeres llevaban en su época –siglo XIX- también ganó un gran
prestigio escribiendo la biografía de Charlotte Brontë. Estuvo escribiendo La
prima Phillis para la revista Cornhill Magazine de noviembre de 1863 a febrero
de 1864, teniendo una gran acogida entre miles de lectores. En ella, nos cuenta
la historia de una jovencita quién junto a su incondicional primo, vivirá el
primer amor y otros sentimientos que la irán haciendo madurar, a la vez que nos
sumerge en la Inglaterra victoriana, que se describe muy bien entre sus páginas.
Imprescindible para quién quiera comprobar si Elisabeth Gaskell es, como dicen
muchos, la heredera de Jane Austen. En mi modesta opinión, Jane Austen es única
e irrepetible.
El baile de Irene Némirovsky, es de esas joyas literarias que una agradece
encontrar de repente. Esta escritora ucraniana afincada en Francia y que
moriría en Auschwitz en 1942, publicó esta deliciosa comedia en 1930 en Paris,
ciudad que había hecho suya desde que su familia llegara huyendo de la
revolución rusa en 1919. Con menos de 50 páginas, no se publicó en España hasta
1986. En ella nos habla de Los Kampf, unos nuevos ricos que solo viven para
lograr introducirse en la alta sociedad de Paris. Para ello organizan un baile con 200
invitados, pero Antoinette, la hija adolescente, quién está cansada del
desprecio de su madre y la indiferencia del padre, termina por vengarse
haciendo que los planes no salgan como sus progenitores esperan. Descubrir a
Irene Némirovsky está siendo todo un placer para mí.
Isaac Bashevis Singer, premio Nobel de literatura en 1978 dijo: “A los
niños les atraen las historias interesantes; bostezan con los libros aburridos;
creen en cosas tan increíbles como Dios, la familia, los ángeles, los demonios,
las brujas, los duendes, la lógica, la claridad, la puntuación y otras
antiguallas; no leen para librase de la culpa, ni para sacudirse su alineación,
ni para descubrir su identidad; solo leen por placer, sin ningún respeto por el
principio de autoridad.” Este escritor, nacido en 1904 en Polonia y emigrado a
USA en 1935, alternaba sus libros para adultos con algunos cuentos infantiles. Cuando
Schlemel fue a Varsovia y otros cuentos es una recopilación de aquellos relatos
que su madre le contaba y que ella misma había sacado de su propia madre. En
ellos se habla de un pueblo judío, Chelm, donde los habitantes viven algunas
aventuras de manera muy peculiar mientras nos llenan de ternura y nos arrancan
alguna sonrisa.
Llenos de vida, de John Fante es otro libro que merece la pena leerse. Me
declaro enamorada de la literatura de John Fante. Pocas veces un escritor sabe
decir, con tan pocas palabras, lo que este hombre nos cuenta en cada una de sus
obras. Concretamente, esta que comento, la publicó en 1952 y nos cuenta la
historia de un escritor llamado John Fante –sí, es su nombre, no es una errata-,
casado con una mujer que acaba de quedar embarazada. Mientras él se dedica a
escribir guiones para Hollywood, ella está intentando descubrir a Dios, leyendo
libros religiosos a todas horas y poniendo un poco de los nervios al marido,
que es ateo. De repente, el suelo de la cocina se hunde a causa de las termitas
y el escritor decide ir a buscar a su padre, quién antes de jubilarse había
sido contratista de obras. A partir de aquí es cuando la novela nos sumerge en
todo un universo de temas: familia, religión, italoamericanos, ciencia,
costumbrismos… Pero sobre todo nos llena de ternura y vida.
La perla, de John Steinbeck. He tenido que leerla para las clases del Taller
Literario y confieso que la empecé con pocas ganas. No me tentaba mucho el
tema. Sin embargo, a medida que la leía, ha conseguido ganarme. Este premio
Nobel de Literatura -1962- es autor además de Las uvas de la ira y Al este del
edén, obras que Hollywood llevó al cine con gran éxito. La perla nos cuenta
como Kino y Juana sufren lo indecible para evitar que su pequeño bebé,
Coyotito, muera por la picadura de un escorpión. Lo han llevado al médico pero
este les exige un dinero que no tienen, así que Kino hace lo único que sabe
hacer: buscar una perla que les sirva para pagar al doctor. La perla que
encuentra es “La perla del mundo”, una pieza valorada en miles de dólares y codiciada
por todos los pescadores de la zona. Esto puede significar que se han acabado
los problemas de la pareja, pero de hecho, estos comienzan a sucederse de
manera vertiginosa hasta que su mundo se tambalea. Steinbeck es un genio en
hacernos ver quiénes son los personajes a través de sus acciones y criticando
una sociedad corrompida y materialista donde el humilde no halla su lugar. Una
obra maestra que hay que leer.
Próximamente más.