viernes, 6 de julio de 2012

Charada




Ver esta película significa encontrarme con mis dos iconos principales de la pantalla y un guión como pocos. Suspense, acción, humor, romance… Es que lo tiene todo.

Cary Grant ya tenía sus añitos (59) cuando decidió hacer esta película de Stanley Donen, un director acostumbrado a grandes éxitos como “Siete novias para siete hermanos”, “Cantando bajo la lluvia” o “Un día en Nueva York”. Ya habían trabajado antes juntos (“Página en blanco”, “Indiscreta”) y supongo que el resultado final fue tan bueno que había que intentarlo de nuevo. Cuentan que el actor no paró hasta que el guionista, Peter Stone, retocara su personaje para no parecer un “viejo verde” frente a la maravillosa Audrey Hepburn, quien para entonces tenía 34 años y estaba en pleno esplendor de su belleza. Al parecer entre él y Peter Stone cambiaron las tornas para ser ella la que lo persiguiera, dando así al personaje masculino un toque de dignidad que lo hacía más creíble. Si hay algo que no se le puede reprochar a Cary Grant es su gran interés en no hacer el ridículo cortejando en la pantalla a damas mucho más jóvenes que él, algo en lo que debería tomar ejemplo más de un actor del cine actual.


La acción transcurre en Paris. Regina Lampert (Audrey Hepburn) es una norteamericana que está de vacaciones en una estación de esquí y está pensando en pedir el divorcio a su marido en cuanto regrese a casa.  Casualmente conoce a un tal Peter Joshua (Cary Grant) e inician una conversación divertida antes de separarse. A su vuelta, Regina descubre que su marido se ha ido dejando el piso vacío y ha vendido todas sus pertenencias, incluidos los muebles. Poco después, la policía le notifica que han asesinado a su marido y que además era poseedor de cuatro pasaportes con diferentes nombres y un pasado algo extraño. Regina, que no conocía nada sobre esto, conoce en el funeral a tres personajes algo siniestros (James Coburn, Ned Glass y George Kennedy) que al parecer eran amigos del difunto. Los tres quieren que Regina les devuelva un dinero que aseguran les robó su marido durante la guerra. Ante las amenazas de estos, solo hay dos hombres que la pueden ayudar. Uno es un agente de la Embajada Americana, el Sr. Bartholemew (Walter Matthau), y el otro es aquel que conoció en sus vacaciones, el atractivo Sr. Joshua, quien en realidad no es quien dice ser y también va en busca del dinero.

La música de Henry Mancini acompaña cada escena llena de ritmo, gags y buena interpretación por parte del elenco de actores. Los diálogos son maravillosos. La fotografía es genial. La trama, muy al estilo de Hitchcock  pero sin las típicas escenas de Hitchcock (supongo que me entiendes si conoces bien al director inglés). Cary y Audrey están magníficos, guapísimos y muy divertidos. Los dos fueron candidatos a los Globos de Oro como mejor actor y  mejor actriz de comedia en el año 1964 por esta película.


Típico diálogo de la película:

Regina: Apártese, me tapa la vista.

Peter: ¿Qué vista es la que quiere ver?

Regina: La que usted me tapa.

Que digo yo que la diferencia de 25 años que hay entre los protagonistas no llega a significar nada puesto que Cary Grant es tan, tan, tan maravilloso que …, bueno, mejor no sigo. (¡Anda ya, George Clooney, te vas a parecer a él, te quieres ir…!)

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