Hace unos años, una tarde de esas lluviosas donde todo
invita a ver una buena película, estuve haciendo zapping por Vía Digital un
buen rato sin éxito alguno. Casi todas las películas que echaban las había
visto y el resto eran una porquería incomibles. Ya iba a apagar la televisión
para buscar alguna en el ordenador, cuando tropecé con algo que me llamó la
atención. Generalmente no suele gustarme mucho el cine oriental (salvo
excepciones) pero el comienzo de este film me hizo quedarme sentada y no
levantarme hasta que terminó. Algunas casualidades de la vida son agradables y
encontrarme con “Sang Woo y su abuela” fue una de ellas.
La historia comienza cuando una joven madre de la capital
coreana tiene que llevar al campo a su hijo por motivos de trabajo. Su
intención es dejar al niño con su madre, que vive en el campo de manera
sencilla, sin las grandes comodidades de la vida moderna. El crio, el típico
malcriado de una generación de medios tecnológicos que no puede vivir sin
comida basura, sin partidas de juegos electrónicos o sin televisión, se
encuentra de repente en medio de la nada, con una anciana muda a la que no
comprende y encima culpa de sus desdichas. La mujer intenta por todos los
medios agradarlo pero no es nada fácil tratándose de un pequeño monstruo que
está acostumbrado a hacer su voluntad. El cabroncete no valora otra cosa que no
sean sus caprichos y la insulta, maltrata y apabulla sin que ella ceje en su
empeño de darle amor hasta el final.
Cuando terminó la película me quedé con una sensación
maravillosa en el cuerpo. Acababa de ver algo que ocurre todos los días, algo
que esta sociedad de consumo y Tele5 crea como en cadena. Niños que no tienes
otros valores que los que da el dinero ante abuelos que aguantan lo que les
echan por el simple hecho de amar. Enseguida pensé que deberían ponerla en
todos los colegios del mundo, más que nada como homenaje a todas esas abuelas
que tanto enseñan, pelean y trabajan sin pedir nada a cambio, esos seres que se
desviven por sus nietos, que no han hecho otra cosa en su vida más que soportar
la época que les tocó, criarnos como reyes para que no sufriéramos lo mismo que
ellas y que en su vejez no se relajan sino que continúan dando todo para ayudar
en todo lo posible.
Como digo, la película es de
Corea del Sur. El director y guionista, del que no había oído hablar hasta ese
momento, es Lee Jeong-hyang. Los actores, el niño y la abuela, son
extraordinarios. El paisaje y el entorno me encantaron, sobre todo porque me mostraron
algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados. Creo que merece la pena
verla. Ya me contareis.
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