viernes, 6 de julio de 2012

Sang Woo y su abuela


Hace unos años, una tarde de esas lluviosas donde todo invita a ver una buena película, estuve haciendo zapping por Vía Digital un buen rato sin éxito alguno. Casi todas las películas que echaban las había visto y el resto eran una porquería incomibles. Ya iba a apagar la televisión para buscar alguna en el ordenador, cuando tropecé con algo que me llamó la atención. Generalmente no suele gustarme mucho el cine oriental (salvo excepciones) pero el comienzo de este film me hizo quedarme sentada y no levantarme hasta que terminó. Algunas casualidades de la vida son agradables y encontrarme con “Sang Woo y su abuela” fue una de ellas.


La historia comienza cuando una joven madre de la capital coreana tiene que llevar al campo a su hijo por motivos de trabajo. Su intención es dejar al niño con su madre, que vive en el campo de manera sencilla, sin las grandes comodidades de la vida moderna. El crio, el típico malcriado de una generación de medios tecnológicos que no puede vivir sin comida basura, sin partidas de juegos electrónicos o sin televisión, se encuentra de repente en medio de la nada, con una anciana muda a la que no comprende y encima culpa de sus desdichas. La mujer intenta por todos los medios agradarlo pero no es nada fácil tratándose de un pequeño monstruo que está acostumbrado a hacer su voluntad. El cabroncete no valora otra cosa que no sean sus caprichos y la insulta, maltrata y apabulla sin que ella ceje en su empeño de darle amor hasta el final.

Cuando terminó la película me quedé con una sensación maravillosa en el cuerpo. Acababa de ver algo que ocurre todos los días, algo que esta sociedad de consumo y Tele5 crea como en cadena. Niños que no tienes otros valores que los que da el dinero ante abuelos que aguantan lo que les echan por el simple hecho de amar. Enseguida pensé que deberían ponerla en todos los colegios del mundo, más que nada como homenaje a todas esas abuelas que tanto enseñan, pelean y trabajan sin pedir nada a cambio, esos seres que se desviven por sus nietos, que no han hecho otra cosa en su vida más que soportar la época que les tocó, criarnos como reyes para que no sufriéramos lo mismo que ellas y que en su vejez no se relajan sino que continúan dando todo para ayudar en todo lo posible.


Como digo, la película es de Corea del Sur. El director y guionista, del que no había oído hablar hasta ese momento, es Lee Jeong-hyang. Los actores, el niño y la abuela, son extraordinarios. El paisaje y el entorno me encantaron, sobre todo porque me mostraron algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados. Creo que merece la pena verla. Ya me contareis.

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