Me encanta esta foto. Mis hermanas y yo estamos en la Plaza Alta, en Algeciras. Ignoro el año aunque creo que debía ser 1967 por la edad que se me intuye, soy la más pequeña y ahí no debo tener más de tres años. Estoy seria, mientras que las otras dos sonríen a la cámara. Las tres llevamos vestidos hechos por mi abuela María, quien nos confeccionaba entonces toda la ropa. Es verano y seguramente nos llevaban a dar un paseo desde nuestra casa en el Corpus. Normalmente siempre terminábamos comiendo algún que otro pastel en la Cafetería Mercedes, cuya dueña era tía de mi madre, mi madrina y la causante de que yo lleve este nombre. Probablemente en el momento en que nos hicieron la fotografía todavía no habíamos merendado pues de ser así nos delataría el merengue por la cara, al menos a mí (tengo una foto así, peleándome con una bizcotela de aspecto riquísimo, Humm) y quizás fue mi padre, quien nos llevaba siempre de una aventura a otra, el que decidió que pasáramos a la posteridad con esta instantánea. Detrás nuestro, la famosa fuente funcionando a tope y algo más cerca, una de las jardineras que embellecían la plaza en aquellos tiempos.
Si me gusta esta fotografía es porque entonces éramos
unas niñas felices y despreocupadas, solo atentas a las cosas típicas de la
infancia, sin otro problema que tener que comer alguna comida que no nos
gustaba o cualquier rencilla entre nosotras u otras niñas. La vida, a esa edad,
es un juego que parece no acabar nunca, un mundo donde cualquier sueño tiene cabida
y dónde estás protegida de todo lo feo que pueda existir. Es la imagen de un
verano feliz cuya prioridad del momento es comer una bizcotela que se deshace
en la boca y blanquea manos y ropas. La propia vida termina por hacer las cosas
más difíciles, aunque para nosotras la tragedia llegó demasiado pronto. Pero en
aquel momento solo éramos tres niñas normales pasando una tarde con su padre.
Me pregunto qué pasó cuando terminamos de posar y la
imagen quedó grabada para siempre. Seguramente me desprendí de mis hermanas
para salir corriendo hacia mi padre y exclamar:
-
¿Cuándo vamos a
merendar?
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