Hablar de David Lean es hablar de “El puente sobre el río
Kwai”, “Doctor Zhivago”, “Lawrence de Arabía”, “La hija de Ryan” y muchas otras
películas famosas de las que se puede estar hablando durante horas.
Particularmente me gusta mucho este director inglés ganador de numerosos
premios, entre ellos un par de Oscars y varios Globos de Oro. Haciendo un
recorrido por su filmografía me he topado con una verdadera joya del año 1953 y
que no había visto todavía. Simplemente por los protagonistas, Charles Laughton
y Brenda de Bazie (la mala que al final no es tanto en “El hombre que sabía
demasiado”) pensé que merecía la pena verla.
La historia está basada en una obra teatral del autor Harold
Brighouse y ambientada en Londres de finales del siglo XIX. Laughton es un
viudo y prospero comerciante de zapatos que tiene tres hijas. Tiene una forma
de ser un tanto especial, siempre despotricando de todo y todos,
emborrachándose con sus amigos en el pub de la esquina y dejando que sean sus
hijas quienes lleven en realidad el negocio y la casa. Acostumbrado a hacer
siempre su santa voluntad y habida cuenta de que vive como un rey, no quiere
cambiar las cosas y hace caso omiso de sus dos hijas menores cuando le hablan
de contraer matrimonio. Sin embargo, es la mayor de las tres (De Bazie), la que
inteligentemente hará que el padre entre por el aro y asuma que cada una debe
emprender su propia vida.
Esta es una comedia donde Charles Laughton exhibe todo su
poder artístico haciendo un papel de machista, maleducado, viejo, gruñón,
borracho y bocazas. Cualquier otro actor se nos hubiera hecho antipático con
este personaje pero él sabe llegar al espectador para que termine incluso por
gustarnos. Impresionante también Brenda de Bazie como la hija fea y solterona
que sin duda ha heredado el carácter del padre pero con mucha más inteligencia.
Sorprende ver una mujer tan reivindicativa en aquella época, decidida a acabar
con la esclavitud a la que el padre la tiene destinada, y segura de que su
inteligencia puede hacerla triunfar. Y todo esto en una clave de humor que va
subiendo por momentos, sin decaer, al igual que el personaje de John Mills, el
novio de la hija mayor, que de ser un pusilánime trabajador se convierte en un
prospero hombre de negocios gracias a las buenas ideas de su novia.
David Lean es un gran director de grandes producciones, si,
pero cuando emprende algo sencillo como esta versión teatral, también tiene el
don de convertirla en una bella obra de arte.
(Mejor si se ve en versión
original).
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