viernes, 6 de julio de 2012

El déspota




Hablar de David Lean es hablar de “El puente sobre el río Kwai”, “Doctor Zhivago”, “Lawrence de Arabía”, “La hija de Ryan” y muchas otras películas famosas de las que se puede estar hablando durante horas. Particularmente me gusta mucho este director inglés ganador de numerosos premios, entre ellos un par de Oscars y varios Globos de Oro. Haciendo un recorrido por su filmografía me he topado con una verdadera joya del año 1953 y que no había visto todavía. Simplemente por los protagonistas, Charles Laughton y Brenda de Bazie (la mala que al final no es tanto en “El hombre que sabía demasiado”) pensé que merecía la pena verla.


La historia está basada en una obra teatral del autor Harold Brighouse y ambientada en Londres de finales del siglo XIX. Laughton es un viudo y prospero comerciante de zapatos que tiene tres hijas. Tiene una forma de ser un tanto especial, siempre despotricando de todo y todos, emborrachándose con sus amigos en el pub de la esquina y dejando que sean sus hijas quienes lleven en realidad el negocio y la casa. Acostumbrado a hacer siempre su santa voluntad y habida cuenta de que vive como un rey, no quiere cambiar las cosas y hace caso omiso de sus dos hijas menores cuando le hablan de contraer matrimonio. Sin embargo, es la mayor de las tres (De Bazie), la que inteligentemente hará que el padre entre por el aro y asuma que cada una debe emprender su propia vida.

Esta es una comedia donde Charles Laughton exhibe todo su poder artístico haciendo un papel de machista, maleducado, viejo, gruñón, borracho y bocazas. Cualquier otro actor se nos hubiera hecho antipático con este personaje pero él sabe llegar al espectador para que termine incluso por gustarnos. Impresionante también Brenda de Bazie como la hija fea y solterona que sin duda ha heredado el carácter del padre pero con mucha más inteligencia. Sorprende ver una mujer tan reivindicativa en aquella época, decidida a acabar con la esclavitud a la que el padre la tiene destinada, y segura de que su inteligencia puede hacerla triunfar. Y todo esto en una clave de humor que va subiendo por momentos, sin decaer, al igual que el personaje de John Mills, el novio de la hija mayor, que de ser un pusilánime trabajador se convierte en un prospero hombre de negocios gracias a las buenas ideas de su novia.



David Lean es un gran director de grandes producciones, si, pero cuando emprende algo sencillo como esta versión teatral, también tiene el don de convertirla en una bella obra de arte.

(Mejor si se ve en versión original).

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