Hacía tiempo que no veía esta película de 1985, pero
mi amiga Merchi Guillen me la recuerda constantemente poniendo unas
maravillosas fotos de paisajes en el Facebook con el mismo título, así que me
puse a verla hace dos días y tengo que confesar que aún me ha gustado más que
otras veces.
En cierto modo es una película romántica, pero si
sabemos ver más allá del romance entre los protagonistas, podemos descubrir una
historia de viajes, libertad y también del despertar de las mujeres del siglo
XIX, cansadas de verse encorsetadas en convencionalismos donde no tenían voz ni
voto.
Estamos en Florencia, Italia, donde Lucy Hoenychurch (una
jovencísima Helena Borham Carter) y su prima Charlotte Bartlett (la
maravillosa, esplendida e inigualable Maggie Smith) se encuentran de
vacaciones, como es costumbre de la época, en una típica pensión rodeadas por
turistas británicos. Entre estos conocen al Sr. Emerson ( Denholm Elliot, otro
que siempre merece la pena ver) y a su hijo, el joven George (Julian Sands),
una pareja que tiene una forma muy peculiar de ver la vida. Entre ambos jóvenes
surge el amor, pero la prima Charlotte impide que caya a más, ya que Lucy debe
prometerse a un hombre respetable llamado Cecyl Vyse (Daniel Day- Lewis, del
que solo puedo decir que es uno de mis actores preferidos), que la está
esperando a su regreso a la campiña inglesa. No obstante, los Emerson alquilan
una casa cercana a la de Lucy y es entonces cuando comienzan los problemas para
la chica.
Con semejantes actores, un director como James Ivory
(“Lo que queda del día”, “Regreso a Howard Ends”, “Las bostonianas”, etc...), un
guión ameno y divertido basado en la novela de E.M. Forster y la música de
Puccini sonando en muchas escenas, la película no podía ser algo superficial.
La fotografía es un excelente cuadro paisajístico de Italia e Inglaterra, pero
también retrata con lealtad los escenarios interiores y la caracterización de
los personajes con la ropa y peinados de aquellos tiempos. Es curioso como
Ivory nos ameniza los saltos de escenas con unos carteles a la manera del cine
mudo, esplendidos en los títulos y dibujos.
Como muchas películas británicas, esta nos muestra
fielmente la sociedad de una época llena de reglas y represiones, pero también
a unas mujeres que poco a poco se atrevieron a tomar decisiones desafiando el recato.
Independientemente a sus varios Oscars, al Globo de Oro y a algún que otro
premio BAFTA (la Academia de Cine Británica), es uno de esos filmes que siempre
merece la pena ver para deleitarnos una y otra vez.
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