viernes, 6 de julio de 2012

Una habitación con vistas


Hacía tiempo que no veía esta película de 1985, pero mi amiga Merchi Guillen me la recuerda constantemente poniendo unas maravillosas fotos de paisajes en el Facebook con el mismo título, así que me puse a verla hace dos días y tengo que confesar que aún me ha gustado más que otras veces.



En cierto modo es una película romántica, pero si sabemos ver más allá del romance entre los protagonistas, podemos descubrir una historia de viajes, libertad y también del despertar de las mujeres del siglo XIX, cansadas de verse encorsetadas en convencionalismos donde no tenían voz ni voto.


Estamos en Florencia, Italia, donde Lucy Hoenychurch (una jovencísima Helena Borham Carter) y su prima Charlotte Bartlett (la maravillosa, esplendida e inigualable Maggie Smith) se encuentran de vacaciones, como es costumbre de la época, en una típica pensión rodeadas por turistas británicos. Entre estos conocen al Sr. Emerson ( Denholm Elliot, otro que siempre merece la pena ver) y a su hijo, el joven George (Julian Sands), una pareja que tiene una forma muy peculiar de ver la vida. Entre ambos jóvenes surge el amor, pero la prima Charlotte impide que caya a más, ya que Lucy debe prometerse a un hombre respetable llamado Cecyl Vyse (Daniel Day- Lewis, del que solo puedo decir que es uno de mis actores preferidos), que la está esperando a su regreso a la campiña inglesa. No obstante, los Emerson alquilan una casa cercana a la de Lucy y es entonces cuando comienzan los problemas para la chica.


Con semejantes actores, un director como James Ivory (“Lo que queda del día”, “Regreso a Howard Ends”, “Las bostonianas”, etc...), un guión ameno y divertido basado en la novela de E.M. Forster y la música de Puccini sonando en muchas escenas, la película no podía ser algo superficial. La fotografía es un excelente cuadro paisajístico de Italia e Inglaterra, pero también retrata con lealtad los escenarios interiores y la caracterización de los personajes con la ropa y peinados de aquellos tiempos. Es curioso como Ivory nos ameniza los saltos de escenas con unos carteles a la manera del cine mudo, esplendidos en los títulos y dibujos.


Como muchas películas británicas, esta nos muestra fielmente la sociedad de una época llena de reglas y represiones, pero también a unas mujeres que poco a poco se atrevieron a tomar decisiones desafiando el recato. Independientemente a sus varios Oscars, al Globo de Oro y a algún que otro premio BAFTA (la Academia de Cine Británica), es uno de esos filmes que siempre merece la pena ver para deleitarnos una y otra vez.

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