Cuando era niña, revisando los libros de la abuela de una
amiga, me topé con un título que me llamó la atención: “La esposa número 27”,
de Irving Wallace. Enseguida quise leerlo, imaginando que iba a encontrarme con
una historia al estilo de Barba Azul, cargada de misterios y mujeres encerradas
en torres impenetrables. Nada más llevármelo a casa y comenzar a leer me di
cuenta de que aquello no iba a ser lo que esperaba. Sin embargo mi decepción se
tornó en interés a medida que pasaban los minutos. El escritor hablaba sobre el
nacimiento de la poligamia norteamericana, sus duros comienzos, la incidencia
que tuvo en el entorno, las tragedias que sus seguidores vivieron y también las
mentiras y los argumentos que utilizaron para continuar con una religión que
por entonces causó escándalo en todas partes. Se trataba de la Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocida como la Iglesia
Mormona. Era la primera vez que oía hablar de ella, pero Irving Wallace supo
azuzar mi curiosidad. No voy a hablar de este libro ni de la religión mormona,
de la que por supuesto tengo mi opinión, máxime teniendo en cuenta que desde
que la conocí, he encontrado noticias sobre ella y sus seguidores en muchas
ocasiones y porque también hace unos años estuve viendo una serie llamada “Big
Love” donde los protagonistas pertenecían a la sección más ortodoxa de los
mormones.
La novela que quiero comentar se llama “El polígamo
solitario”, de Brady Udall. Cuenta la historia de Golden Richards, un mormón
que tiene cuatro esposas y veintiocho hijos. Como la Iglesia oficial mormona no
aprueba la poligamia desde principios del siglo XX, Golden y su numerosa
familia viven apartados y solo se codean con quienes son igual que ellos. Las
cosas comienzan a ir de mal en peor cuando su hija Glory muere en un accidente.
Era una niña muy especial, la preferida de su padre quien no parece que pueda
superar la perdida. Además la empresa de construcción de la que es dueño no va
muy y los problemas económicos también le agobian. En sus casas hay rencillas y
peleas que nunca parecen solucionarse y por si esto fuera poco Golden se
enamora de una joven ajena a la Iglesia, alguien con la que espera superar sus
problemas pero que solo le crea muchos más.
Lo mejor de esta novela es que el autor mezcla la más cruda
tragedia con un humor entrañable y sencillo que te atrapa desde la primera
página. Los numerosos personajes que desfilan a través de sus capítulos van
metiéndote en la historia, haciendo que te rías y sufras con ellos, sobre todo
Rusty, uno de los hijos, cuya visión particular de la vida no deja indiferente
al lector.
Creo que es una lectura
interesante para estos meses de vacaciones.
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