viernes, 6 de julio de 2012

Yo soy de la Roja




Siempre me ha gustado mucho el futbol. Desde que era pequeña y oía desde mi casa el alboroto del estadio “El Mirador” los domingos, tan cerca que podía sentir todos los buenos y malos momentos del Algeciras CF. Justo al lado de mi casa vivían dos mellizos, forofos del Real Madrid, con los que aprendí lo que significaban los penaltis, los saques de esquina y…, bueno, iba a decir también los fuera de juegos, pero no, eso es algo que todavía tengo pendiente. De todas maneras aquel deporte me entusiasmó bien pronto, no tanto por lo que era en sí sino por la pasión que arrastra, algo que no ocurre con demasiadas cosas en esta vida, lamentablemente.

Soy madridista desde entonces, lo absorbí por inercia dando patadas al balón cuando los mellizos se mostraban generosos y me dejaban chutar, y no es que ellos fueran antipáticos conmigo sino que yo no era demasiado buena en eso de esquivar y lanzar a la portería, que normalmente eran dos piedras alineadas a un lado de la calle.

Aún sigo siendo madridista, aunque confieso que el futbol ya no despierta en mí tanto amor. Se ha convertido en un negocio, a veces sucio y rastrero, donde los intereses económicos priman sobre el deporte. Uf, algunos jugadores millonarios que se pasean con chulería como si fuesen los reyes del mundo. Esos comentaristas o periodistas que hay ahora, provocando con sus opiniones que la gente se mosquee y vea al equipo contrario como verdadero enemigo. O esos políticos (si, otra vez ellos) que aprovechan los tantos y las derrotas para hacer demagogia y levantar más odio entre los seguidores, aprovechando también el hecho de que mientras estemos idiotizados peleando con el de al lado por un penalti o un gol anulado, vamos a olvidarnos de lo mal que trabajan por nosotros.

Pero en fin, estamos en la Eurocopa, y me encanta que los españoles, sean de donde sean, estemos juntos disfrutando a la par. Que mira que es raro que eso pase. Y si lo consigue “La Roja” pues bienvenida sea. No sé si ganaremos este año o no, pero al menos espero que pasemos a cuartos para poder seguir disfrutando un poco más. Porque lo estamos pasando muy bien, incluso cuando los nervios de mi hija, que se coloca la camiseta de la selección desde que se levanta, nos hagan mordernos las uñas hasta que acaba el partido con sus saltos y gritos cada vez que alguno de los nuestros toca el balón. Esperemos que esta noche la niña pueda dar muchos gritos de alegría y todos lo celebremos con entusiasmo.

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