Chisssssssssss, no hagáis ruido, dejadme descansar en este rinconcito
fresquito de la casa.
viernes, 27 de julio de 2012
miércoles, 25 de julio de 2012
El mundo entero en un blog
Es bonito entrar en el blog y ver cuánta gente lo está siguiendo, algo
que ni podía imaginar cuando decidí meterme en este mundo bloguero sin una expectativa
determinada. Lo que empezó como un hobby para mí, una necesidad de opinar un
poco sobre mis gustos y aficiones, se ha convertido en un medio para ir
conociendo a mucha gente que dicen leerme a menudo. Nadie puede imaginar la
satisfacción que siento cuando me llegan correos al Hotmail, o cuando veo algún
comentario por aquí. Mucha gente no desea que se publiquen las cosas que me
dicen, simplemente me dan ánimos y me piden que hable de esto o de lo otro. Algunas
veces me río bastante, como cuando mi amigo Manolo me dice que no tenía ni idea
de cuántos problemas tenemos las mujeres con el pelo, o aquel anónimo que me
cuenta que ha visto al chino de su barrio vistiendo el chándal del equipo olímpico
español.
Lo más curioso de todo ha sido ver que hay personas de China, Rusia, México,
Chile, USA, UK, Canadá, Turquía y Alemania que pasan por aquí. A todos ellos
decirles que me siento muy feliz de que un medio como este nos una aunque sea
de esta manera. Para alguien como yo, que siempre ha deseado conocer otros
países y culturas, es algo que me anima a continuar escribiendo. Gracias de
verdad.
A todos os invito a dejar vuestros comentarios, aunque no queráis que
se publiquen (solo tenéis que decirlo en el mismo comentario) para conoceros un
poco más.
viernes, 20 de julio de 2012
El uniforme de España
Que conste que no tengo nada contra los rusos, es más me caen bien.
Tampoco creo que su moda sea más hortera que la de cualquier otro país,
incluyendo el nuestro. El problema de que los uniformes olímpicos de nuestros
deportistas sean tan horrorosos se debe sin duda a un par de factores. Por una
parte está el presidente del COE, Sr. Blanco, y su indudable mal gusto, que ha pensado
más en el coste cero de dichos uniformes que en el ridículo que puedan hacer
nuestros olímpicos. En segundo lugar, la marca Bosco Sport, que no ha sabido estar a la altura de algo tan importante en imagen
como las Olimpiadas. Porque si han querido crear algo innovador y moderno, no
han sabido hacerlo bien y se han limitado a hacer una ropa que seguramente va a
llamar la atención pero en negativo. Sí, el mundo entero va a fijarse en sus
diseños pero para desternillarse de risa, algo que no se merecen nuestros esforzados
y serios deportistas.
La polémica que está suscitando Bosco Sport tal vez les venga bien, ya
se sabe eso de “que hablen de mí aunque sea mal”, aunque no tengo conocimiento
de que se haya pronunciado ante el 96% de españoles que critican su diseño en
las redes sociales, entre ellos un buen número de los protagonistas del evento,
que cuelgan fotos suyas probándose los odiados uniformes mientras hacen
comentarios irónicos sobre ellos. Tal vez la empresa patrocinadora piense que
somos unos desagradecidos ya que “a caballo regalado no le mires el diente” y
sinceramente, no estamos en España como para gastos en estos momentos. Pero yo
me pregunto, sin entender mucho del tema, ¿no se podría haber hecho un concurso
entre diferentes marcas deportivas (seguramente deseosas de patrocinarnos) para poder elegir unos uniformes más “monos”? No lo sé. Repito que
desconozco este tema, pero todo esto me parece lamentable.
Y me parece lamentable porque cuando salimos fuera de nuestro país, en
cualquier evento deportivo, estamos vendiendo nuestra imagen. España es una
marca, por eso lo importante de lucir nuestra bandera y el himno. Esto lo
tienen claro otros países, como es el caso de USA, Italia o Reino Unido, que se
esfuerzan en que todos admiremos su buen gusto y para ello han elegido
diseñadores famosos de su tierra. No voy a poner fotos de sus uniformes porque cuanto más las veo peor me siento con nuestros deportistas.
“No vamos a por el oro, vamos a robar cobre”, se comenta por Twiter o
Facebook. Menos mal que tenemos sentido del humor. Yo solo espero que no nos
echen del pabellón olímpico para meternos en un circo a domar leones, que es en lo
que más de uno piensa al ver semejante mamarracho de ropa.
jueves, 19 de julio de 2012
La gorra o el precio de la vida
Roman Frister nació en Polonia, donde se crió en una familia acomodada
judía. Cuando los alemanes invadieron el país, Roman estuvo en un centro de
detención de Cracovia y fue testigo del asesinato de su madre. Después, junto a
su padre, estuvo internado en Starochiwice, un campo de trabajo donde después
de algún tiempo el padre murió de fiebre tifoidea. Más tarde, durante los
siguientes años de la 2ª Guerra Mundial, lo recluyeron en los campos de
Mauthausen y Auschwitz hasta que al fin fue liberado. De todas las experiencias
que vivió nos habla en su libro “La gorra o el precio de la vida”, una historia
que sería una de tantas sobre las desgracias de los judíos en manos de los
nazis, si no fuera porque Roman escribe de forma sincera, cruel y realista las
vivencias que experimentó junto a otros miles de presos como él. Lo suyo no es
la típica novela del holocausto, es más bien un desgarrador relato sobre la
vida y sobre la naturaleza real de las personas y sus defectos. Roman no juzga
ni sentencia, simplemente explica lo que ocurrió y cómo tuvo que espabilar para
subsistir entre víctimas y verdugos. Es en ese entorno miserable donde el escritor aprende que el precio de la
muerte bien puede ser una vieja y sucia gorra.
Roman no termina el libro con la liberación de Auschwitz sino que continúa
explicando las dificultades de los polacos en la era comunista y su final
emigración a Israel, donde ha estado viviendo desde entonces. Cuando terminas de
leer su historia te das cuenta que su mejor arma ha sido la valentía y no solo
por haber sobrevivido a aquellos años de horror y tragedia sino por habernos
contado todo ello de una manera tan sincera y directa. Totalmente recomendable.
martes, 17 de julio de 2012
Cuidando mi pelo
Estoy harta de productos-milagros para el encrespamiento del pelo. Ya
se sabe que los tintes, los climas extremos, el cloro del agua, los
ingredientes de algunos champús, el secador y la plancha, etc.… hacen que el
cabello se vaya deshidratando hasta el punto de convertirse en un estropajo que
es imposible domar.
He probado de todo, incluyendo remedios naturales como el aceite de
oliva, y sí, algo mejora. También me he hecho el tratamiento de keratina un par
de veces (sin formol, por supuesto) y he quedado contenta, pero sinceramente,
lo veo caro y poco duradero, al menos en mi caso. Al final, y como siempre
tengo que arreglarme el pelo con la plancha para no parecer la Bruja Avería
cuando salgo a la calle, siempre termino peor, es decir, cada día con más
encrespamiento. La mayoría de los champús me lo dejan sedoso en el momento de
usarlos, pero al día siguiente me levanto como si hubiera estado enchufada a la
electricidad durante toda la noche.
Me he pasado varios días buscando opiniones sobre esto en internet. Me
gusta mucho leer las experiencias de otras mujeres que tienen o han tenido el
mismo problema, aunque eso sí, siempre me tomo las cosas con cautela porque lo
que le puede ir bien a alguien puede que a mí no me funcione. También me he
estado paseando por distintas perfumerías y tiendas especializadas en productos
de peluquería, informándome sobre calidad y precios como una reportera a la
caza de noticias.
He elegido empezar por algunas
cosillas que están bien de precio y que tienen buena prensa en los foros
femeninos. Por supuesto lo primero es el remedio casero, todas esas mascarillas
hechas con aceites naturales y frutas del tiempo que si buscas por internet
salen a porrillo.
Después de esto he decidido
comprar el aceite “24K Gold Progress” de la marca Deliplus (Mercadona), con
aceites de Rosa Mosqueta y Argán, Almendras Dulces y Escualano, del que me han hablado muy bien. Debo decir
que llevo dos días echándomelo en seco y he notado una gran mejoría. Me ha
costado 6 euros y algo.
La tercera y última cosa por ahora (tampoco quiero atiborrar al pelo
de repente sino ir poco a poco) es un tratamiento reconstituyente a base de
keratina que se utiliza después del lavado sin necesidad de aclararlo. La he
comprado en una tienda de peluquería y me ha costado 9 euros. Se llama “Keratin”,
de la marca “Exitenn Profesional”. La he usado una vez, sin acondicionador ni
mascarilla, y lo cierto es que me ha parecido que el cabello quedaba mucho más
hidratado.
En fin, si todo esto no hace que mi pelo comience a sanearse un poco
tendré que seguir investigando o pelarme al rape.
lunes, 16 de julio de 2012
Odio el verano
Dicen que el
umbral del sueño está entre los 22 y 25 grados. ¿Se entiende ahora por qué odio
el verano en el interior?
Siempre que me
quejo del calor aquí hay alguien que me recuerda la humedad sofocante del
verano costero. Y sí, es verdad. No es que tampoco en la costa se libren del
calor. Pero primero, tienes la playa al lado, por lo cual puedes hacer una
escapadita para remojar tu sudoroso cuerpo aunque sea solo un ratillo. Oye,
solo esto es ya un alivio, ¿no? En segundo lugar, aunque no puedas ir a la
playa durante el día por motivos laborales o lo que sea, siempre te queda que
cuando oscurece, la brisa del mar te da un respiro del largo día de sofoco.
Vamos, que he vivido siempre junto al mar y sé lo que es tener que taparse por
las noches por culpa del fresquito que entra por las ventanas. Y eso de poder
dormir a gusto, sin que pases la noche con el cuerpo pringoso y la cabeza a
punto de estallar, no es ya un alivio, es una santa bendición que debería ser
obligatorio por decreto ley.
Con lo que me
gustaba a mí el verano, siempre decía que era la estación más alegre del año.
Pues no, ahora pienso que ojala se termine pronto y pueda estar otra vez metida
en la mesa-camilla. Es lo que tiene vivir en el interior, que o te cueces como
una langosta o te congelas cual helado de vainilla. No sé qué es mejor, la
verdad.
sábado, 14 de julio de 2012
La playa y yo
Esta madrugada,
cuando al fin me quede dormida, agotada tras dar mil vueltas entre unas sábanas
sudorosas, y después de sospechar que la ventana es en realidad un horno
funcionando a 250º sin descanso, quiero soñar con esto que he vivido todo el día y que
me ha hecho muy feliz:
Buenas y calurosas
noches. Voy a intentar dormir en un mar de olas que refrescaran mis ánimos y velarán
mis sueños.
Y mañana, cuando
me despierte, seguiré soñando que estoy sumergida en un agua transparente donde
los peces juegan con mis brazadas y me acompañan mientras me provocan una
sonrisa eterna.
lunes, 9 de julio de 2012
"Las flores del Corpus"
¡Ya están aquí las
primeras de este verano!
Solo las veo en los jardines del cementerio, cuando
paso por allí haciendo mi caminata diaria. El olor que despiden, a pesar de que
aún son escasas, me recibe unos metros antes de divisarlas. Es un aroma que me
trae recuerdos de la niñez, de una calle donde los niños jugábamos en los
atardeceres veraniegos después de un largo día de playa, en espera de que se
hiciera de noche para escaparnos al cine de verano del barrio.
Si cierro los
ojos puedo vislumbrar una iglesia, un jardín con cientos de estas flores y un
grupo de gente que se saluda con la naturalidad que dan años y años de
convivencia en común. También siento la brisa salada que recorre la larga calle
que llega hasta el mar, ese airecillo
que hace que las madres nos obliguen a entrar en casa a por la rebeca si
queremos seguir a la intemperie.
Sin embargo, lo que rememoro con más nitidez
son aquellos rostros amigos que acompañaron mi infancia en miles de aventuras
estivales, jugando a formar paracaídas con estas flores que arrancábamos sin piedad, los recuerdo mientras una sonrisa me atraviesa el alma y termina acompañándome
hasta el final del trayecto.
A través del olor de estas flores, llamadas “Don
Pedro”, encuentro miles de sensaciones que hacen más grato mi paseo, y es por
ello por lo que cada año las espero con impaciencia.
domingo, 8 de julio de 2012
Hastings
Durante estos meses
de Julio y Agosto mi corazoncito de madre va a estar pendiente de este pueblo
al sur de Inglaterra.
sábado, 7 de julio de 2012
El Hombre Delgado
William Powell fue
un actor muy conocido en aquel Hollywood en blanco y negro de principios de
siglo XX. Sus películas más famosas, las que lo hicieron uno de los actores más
cotizados en la década de los treinta y los cuarenta, fueron una serie de seis
donde interpretó a Nick Charles, un detective encantador cuya intromisión en
cualquier asunto turbio hace que los delincuentes terminen en la cárcel. Con
cierta chulería innata, una magia especial para las mujeres, un humor exclusivo
y una gran camaradería con gente de los bajos fondos, Nick va sorteando
peligros, problemas y misterios arrancándonos sonrisas y a veces alguna que
otra carcajada. Su pareja en este baile de asesinatos, robos o secuestros es
nada menos que Nora (la actriz Mirna Loy), una rica heredera que siempre está
dispuesta a seguir al detective para vivir un sinfín de aventuras.
A la saga completa
de estas seis películas se les llama “El hombre delgado” por el título original
de la primera.
“La cena de los
acusados” (The thin man, 1934) comienza cuando Nick está pasando unas
vacaciones con su recién estrenada esposa en Nueva York. Entre hoteles de lujo,
martinis a todas horas y paseos a su perro Asta, Nick y Nora ayudan a una amiga
a tratar de hallar al padre de esta, desaparecido sin que nadie sepa donde
pueda estar. Nick descubre que alguna gente puede haberlo secuestrado o
asesinado y es cuando comienzan las pesquisas.
“Ella, él y Asta”
(After the thin man, 1936). Nick y Nora, junto a su inseparable perro Asta,
regresan a su casa de California a tiempo para pasar la noche de fin de año.
Pero como siempre, nada más llegar se encuentran con un grave problema: el
marido de la prima de Nora ha dejado a su esposa para mezclarse con gente poco
fiable. El detective comienza a investigar.
“Otra reunión de
acusados” (Another thin man, 1939) cuenta la historia de un amigo de
Nick que parecer estar siendo perseguido por alguien para matarle. El detective
se pone en acción para resolver el caso, metiéndose en algunos líos y haciendo
que Nora, siempre dispuesta a ayudarlo en cualquier situación, sea parte
esencial de la historia.
“La sombra de los
acusados” (Shadow of the thin man, 1941). Nora y Nick van a las carreras, donde
casualmente se comete un asesinato. Al día siguiente vuelve a cometerse otro y
Nick ve que ambos pueden estar relacionados.
“El regreso de
aquel hombre” (The thin mal goes home, 1944). Divertida película donde Nick y
Nora van a visitar a los padres de él, al pueblecito donde nació y se crió.
Como es lógico todo el mundo lo conoce y quiere saber de él y de su vida como
detective en la gran ciudad, y también por supuesto le piden ayuda cuando se
comete un asesinato entre aquellas gentes tranquilas.
“La ruleta de la
muerte” (Song of the thin man, 1947). Acción, música, secuestros, antros de
mala muerte, casas lujosas y un misterio que resolver. Mayor protagonismo del
hijo de la pareja, que ya había aparecido desde bebe y ha ido creciendo a
medida que se sucedían las películas.
Hay muchos actores
secundarios que luego adquirieron gran fama, entre ellos un James Stewart
jovencísimo cuyo papel no deja indiferente en la segunda de la serie.
Reconozco que no
son películas de una calidad extrema y que algunas veces llegan a ser
previsibles, pero en su género son tan encantadoras que se pasa un buen rato.
William Powell está excelente en su papel de cínico, juerguista, amante de los
martinis y burlándose de todo y todos. Mirna Loy hace como siempre un buen
papel. Curioso el papel que interpreta cada uno de los actores que hacen del
hijo, un hijo tan especial como sus progenitores. Los guiones son rápidos,
deliciosos y muy entretenidos. Hasta el perro Asta consigue realizar un número
de escenas que son tan divertidas como tiernas.
Buena saga para
ver en verano.
viernes, 6 de julio de 2012
Mis disculpas
Ayer,
introduciendo una nueva entrada, ante mi inexperiencia ante estos líos
blogueros (quiero pensar que fue eso y no un fallo de Google) se me fueron la
mayoría de las entradas ya publicadas desde hace meses. El cabreo que pillé fue
bastante fuerte (por poner un adjetivo políticamente correcto) pero
afortunadamente tengo todas las entradas guardadas en una carpeta por lo que me
he pasado parte de la mañana poniéndolas de nuevo y eso sí, buscando otra vez
las fotos que ya había borrado, las de películas y libros sobre todo. Pero
bueno, aquí están todas en orden y espero que no me vuelva a pasar. Lo malo es
que todas aparecen ahora con la fecha de hoy y eso, cuando hablo de la muerte
de Robin Gibb, el aniversario de La Guerra de las Galaxias o la esperanza de
que la Roja pase a cuartos (¡que somos campeones ya, por Dios!) parece un poco
absurdo. Como no sé arreglarlo tendré que aguantarme a pesar de lo maniática que
soy en estas cosas. ¡Qué paciencia, madre mía!
Veladilla Poetica
Ya casi están terminadas las clases del Taller de
Literatura Creativa, a la cual pertenezco desde Marzo de este año. Lo cierto es
que tengo la impresión de que llevo muchos más meses, seguramente porque a
pesar de que solo tenemos clase los lunes por la tarde (eso sí, unas tardes de
varias horas y cervecitas incluidas al final) las estoy viviendo de una manera
muy intensa. Todo lo que he encontrado en el Taller, desde al ritmo de trabajo
y la profesora hasta los compañeros, me han llenado mucho en este tiempo, tanto
que siento que los voy a echar mucho de menos en estos meses de verano.
Cristina, la profesora, va a mandarme deberes para seguir aprendiendo durante
este lapsus estival pero aún así, estaré deseando que llegue el otoño y pueda
volver a reencontrarme con todos. Sin duda es una de las mejores cosas que he
emprendido a lo largo de mi vida; primero por lo mucho que estoy aprendiendo de
esta afición que me acompaña desde niña (hubiese querido conocer a Cristina
hace mucho tiempo, algo difícil teniendo en cuenta lo joven que es), y segundo
porque también me estoy animando a mostrar lo que escribo, algo que al comienzo
de esta aventura me parecía un impensable (y esto siempre tendré que
agradecérselo a mis compañeros, los cuales me animan un montón).
Dicho esto, contar que este lunes pasado organizamos
unas Veladillas Poéticas como homenaje al poeta malagueño Emilio Prados, del
cual se cumplían 50 años de su muerte. Cada uno de nosotros tuvo que recitar
una poesía del autor y luego leer un micro-relato de nuestra invención, algo
que ideásemos acerca del poema que nos tocaba en suerte. El acto fue en la Sala
Antequerana de la Biblioteca Municipal San Zoilo, un marco incomparable, bonito
donde los haya. Y al final todo resultó genial. Mis compañeros, como siempre,
sorprendieron a todos los asistentes con unos relatos maravillosos y el
ambiente no pudo ser más literario y perfecto. Creo que Emilio Prados no
tendría queja alguna.
Por mi parte, leí algo nerviosilla un poema titulado
“¿Vivo del mar?”, que Cristina eligió para mi consciente de lo mucho que
significa en mi vida ese mar que aparece en la mayoría de mis relatos. Y por
supuesto esto quedó bien reflejado en el micro-relato que leí después. No voy a
poner aquí la poesía, preciosa, porque es demasiado larga y el que esté
interesado en conocerla solo tiene que buscar en Google para deleitarse con
ella, pero si lo que escribí para algunos amigos que me lo han pedido.
Curiosamente, entre los oyentes, había una chica de Algeciras que vive aquí, y
al finalizar el acto me dijo que había podido “sentir” la playa del Rinconcillo
mientras yo lo leía. Me emocionó, la verdad, pues es más o menos en la playa en
que pensaba mientras lo estaba escribiendo.
“Yo, al igual que tú, echo de menos un
mar, un mar en particular que acompañó mi vida, mis ilusiones, esperanzas y
sueños… Yo, al igual que tú, me acostumbré a ver el resplandor dorado sobre un
agua tranquila, a distinguir los miles de peces que saltan jugando con las olas
y a diferenciar el olor de los vientos que arrastran las mareas y dejan surcos
de estelas entre las nubes. Yo, al igual que tú, paseé miles de veces por
arenas colmadas de conchas y guijarros que marcaron mi huella existencial y acompañaron mis pensamientos más
recónditos. Yo, al igual que tú, aprendí a entender las miserias y desamparos
en aquella profundidad marítima que me devolvía el aliento y la confianza. Yo,
al igual que tú, me despedí de ese mar un buen día en busca de otros puertos
más seguros que llenaran mi alma. Pero ni tú ni yo conseguimos encontrar el
paraíso perdido que dejamos rubricado entre la marejada. Yo, al igual que tú,
Emilio, vivo echando de menos ese mar que ya solo vive instalado en mis
recuerdos.”
Termino dando las gracias a Cristina y a mis "compis" de
clase y decirles que espero verlos de nuevo en el siguiente curso para poder
seguir aprendiendo de todos.
Nueva compra
Hoy me he comprado un libro nuevo al que no he podido
resistirme. El titulo, esencial para que me llame la atención al menos de
entrada, es “La soledad de Charles Dickens”. En cuanto vi la portada fui a por
él enseguida a ver de qué iba. Siempre
me ha atraído todo lo referente a este escritor del siglo XIX, con el que
disfrutado desde niña. El autor es Dan Simmons, que ya ha publicado
anteriormente “La caída de Hyperion” y “Endymion”, entre otros libros. No he
tenido oportunidad de leerlo todavía pero tengo estos dos libros en mi lista de
pendientes porque me han hablado bien de ellos.
De todas maneras lo que más me ha llamado la atención
fue leer la sinopsis y enterarme de que el autor le da voz de narrador a Wilkie
Collins, uno de mis escritores preferidos y amigo intimo del propio Charles
Dickens. Al parecer es Wilkie quien explora los enigmas que Dickens se llevó a
la tumba (esto te cuenta la contraportada) partiendo de un accidente
ferroviario donde el autor de “Oliver Twist” se vio envuelto mientras iba con
su amante secreta. Me parece interesante teniendo en cuenta la vida de Dickens
y su literatura, pero no podré decir nada hasta que haya leído al menos unos
cuantos capítulos.
Así que me voy a poner a ello ahora mismo y ya os
contaré.
Punto de Cruz
Voy a enseñar algunos de mis trabajillo en punto de
cruz. Tengo muchos hechos porque desde hace unos años me dedico a hacer este
tipo de labores en las tardes de invierno, cuando sentada en mi mesa-camilla y
viendo una peli antigua por ordenador, se me hacen más amenas esas tardes donde
oscurece tan pronto. En cuanto llega la primavera, con el cambio de horario, lo
dejo aparcado para el otoño y me dedico a hacer otras cosas. Lo cierto es que
en verano aquí se me hace inaguantable coser. Hace tanto calor que solo el
pensar en tener la tela sobre las piernas, por muy pequeña que sea, me agobia un
montón. De todas maneras me gusta tanto que espero retomar la costura con
añoranza e incluso me paso los meses de verano haciendo planes y buscando
patrones para llenar mi carpeta de futuros proyectos.
Este cuadro que veis aquí lo hice hace un par de años.
Resultó un poco trabajosillo pero conseguí terminarlo en un par de semanas. Eso
sé, terminé de pájaros hasta el gorro, jajaja…, pero al final creo que mereció
la pena.
Esto es un mantel de estrellas que hice para la mesa
del estudio. Es muy simple porque solo tiene dos tipos de dibujos, así que se
hacía fácilmente. Además la tela es de esas que tiene cuadraditos para bordar
por lo que no había que ir contando y se hace mucho más rápido.
Mi cuadro de flores, bastante sencillo, queda muy fino
por lo que le gusta mucho a mis amigas. No fue muy difícil. El patrón, lo
compré en una mercería, es de esos que ya viene incluso con las madejas de los
colores que necesita el dibujo.
Al siguiente le tengo mucho cariño porque es pertenece
a una colección que hice para un cuarto de juegos de mis niños cuando eran
pequeños, en la anterior casa de la Calle Merecillas. Este concretamente quedo
bastante bien y a día de hoy Almudena lo tiene todavía en su cuarto porque le
gusta mucho.
Este que viene a continuación es uno de los últimos
cuadros que he hecho. El patrón es de mi amiga Mariola, que me lo prestó este
invierno creyendo que se lo devolvería años después. No sabe que soy como
Speedy González cuando me pongo a coser, jajaja.., así que antes de poder
llevárselo a Córdoba ya hacía meses que estaba terminado.
Tengo varios cuadros todavía sin enmarcar, entre ellos
un motivo de una granja y uno egipcio, ambos para la habitación de Víctor, pero
ya lo dejamos para Septiembre. Y también tengo que hacer un mantel para mi
sobrina Maca, bordar una toalla para el mercadillo de Prolibertas y algunas
otras cosillas pendientes. Ya veremos cómo se presenta el otoño.
La calle de los sueños
Christmas es un chico muy especial. Vive en el
Manhattan (Nueva York) de los años veinte aunque sus orígenes son italianos. Su
madre es una prostituta que quiere darle todo lo que ella no tuvo, amén de
inculcarle una ética y una educación irreprochables. Christmas tiene una
imaginación desbordante que se ve acrecentada por el barrio donde vive y las
gentes que lo pueblan. En un ambiente de pobreza, picardía y mafias callejeras,
Christmas y su intimo amigo juegan a ser una banda del hampa (Los Diamond Dogs)
para crearse un nombre entre las calles. Pero la cosa no pasa de ser un
conjunto de travesuras que les va enseñando lo que es la vida y, lo más
importante, como perseguir sus sueños.
La novela se lee de un tirón. Casi que vives las
aventuras de Christmas con su misma pasión, creciendo con él y descubriendo las
cosas con sus ojos. Los personajes están magníficamente caracterizados, algunos
llenos de ternura y otros simplemente sobresalientes. Es una historia real y conmovedora,
pero también un cuento de amor entre un chico de clase baja y una chica rica,
una epopeya de luchas, sueños y finalmente triunfos.
El autor es Luca di Fluvio, un romano que ha estado
firmando la mayoría de sus obras con varios seudónimos. Esta novela es la
primera de él que se traduce al español.
Yo soy de la Roja
Siempre me ha gustado mucho el futbol. Desde que era
pequeña y oía desde mi casa el alboroto del estadio “El Mirador” los domingos,
tan cerca que podía sentir todos los buenos y malos momentos del Algeciras CF.
Justo al lado de mi casa vivían dos mellizos, forofos del Real Madrid, con los
que aprendí lo que significaban los penaltis, los saques de esquina y…, bueno,
iba a decir también los fuera de juegos, pero no, eso es algo que todavía tengo
pendiente. De todas maneras aquel deporte me entusiasmó bien pronto, no tanto
por lo que era en sí sino por la pasión que arrastra, algo que no ocurre con
demasiadas cosas en esta vida, lamentablemente.
Soy madridista desde entonces, lo absorbí por inercia
dando patadas al balón cuando los mellizos se mostraban generosos y me dejaban
chutar, y no es que ellos fueran antipáticos conmigo sino que yo no era
demasiado buena en eso de esquivar y lanzar a la portería, que normalmente eran
dos piedras alineadas a un lado de la calle.
Aún sigo siendo madridista, aunque confieso que el
futbol ya no despierta en mí tanto amor. Se ha convertido en un negocio, a
veces sucio y rastrero, donde los intereses económicos priman sobre el deporte. Uf, algunos jugadores millonarios que se pasean con chulería como si
fuesen los reyes del mundo. Esos comentaristas
o periodistas que hay ahora, provocando con sus opiniones que la gente se
mosquee y vea al equipo contrario como verdadero enemigo. O esos políticos (si,
otra vez ellos) que aprovechan los tantos y las derrotas para hacer demagogia y
levantar más odio entre los seguidores, aprovechando también el hecho de que
mientras estemos idiotizados peleando con el de al lado por un penalti o un gol
anulado, vamos a olvidarnos de lo mal que trabajan por nosotros.
Pero en fin, estamos en la Eurocopa, y me encanta que
los españoles, sean de donde sean, estemos juntos disfrutando a la par. Que
mira que es raro que eso pase. Y si lo consigue “La Roja” pues bienvenida sea.
No sé si ganaremos este año o no, pero al menos espero que pasemos a cuartos
para poder seguir disfrutando un poco más. Porque lo estamos pasando muy bien,
incluso cuando los nervios de mi hija, que se coloca la camiseta de la
selección desde que se levanta, nos hagan mordernos las uñas hasta que acaba el
partido con sus saltos y gritos cada vez que alguno de los nuestros toca el
balón. Esperemos que esta noche la niña pueda dar muchos gritos de alegría y
todos lo celebremos con entusiasmo.
Una habitación con vistas
Hacía tiempo que no veía esta película de 1985, pero
mi amiga Merchi Guillen me la recuerda constantemente poniendo unas
maravillosas fotos de paisajes en el Facebook con el mismo título, así que me
puse a verla hace dos días y tengo que confesar que aún me ha gustado más que
otras veces.
En cierto modo es una película romántica, pero si
sabemos ver más allá del romance entre los protagonistas, podemos descubrir una
historia de viajes, libertad y también del despertar de las mujeres del siglo
XIX, cansadas de verse encorsetadas en convencionalismos donde no tenían voz ni
voto.
Estamos en Florencia, Italia, donde Lucy Hoenychurch (una
jovencísima Helena Borham Carter) y su prima Charlotte Bartlett (la
maravillosa, esplendida e inigualable Maggie Smith) se encuentran de
vacaciones, como es costumbre de la época, en una típica pensión rodeadas por
turistas británicos. Entre estos conocen al Sr. Emerson ( Denholm Elliot, otro
que siempre merece la pena ver) y a su hijo, el joven George (Julian Sands),
una pareja que tiene una forma muy peculiar de ver la vida. Entre ambos jóvenes
surge el amor, pero la prima Charlotte impide que caya a más, ya que Lucy debe
prometerse a un hombre respetable llamado Cecyl Vyse (Daniel Day- Lewis, del
que solo puedo decir que es uno de mis actores preferidos), que la está
esperando a su regreso a la campiña inglesa. No obstante, los Emerson alquilan
una casa cercana a la de Lucy y es entonces cuando comienzan los problemas para
la chica.
Con semejantes actores, un director como James Ivory
(“Lo que queda del día”, “Regreso a Howard Ends”, “Las bostonianas”, etc...), un
guión ameno y divertido basado en la novela de E.M. Forster y la música de
Puccini sonando en muchas escenas, la película no podía ser algo superficial.
La fotografía es un excelente cuadro paisajístico de Italia e Inglaterra, pero
también retrata con lealtad los escenarios interiores y la caracterización de
los personajes con la ropa y peinados de aquellos tiempos. Es curioso como
Ivory nos ameniza los saltos de escenas con unos carteles a la manera del cine
mudo, esplendidos en los títulos y dibujos.
Como muchas películas británicas, esta nos muestra
fielmente la sociedad de una época llena de reglas y represiones, pero también
a unas mujeres que poco a poco se atrevieron a tomar decisiones desafiando el recato.
Independientemente a sus varios Oscars, al Globo de Oro y a algún que otro
premio BAFTA (la Academia de Cine Británica), es uno de esos filmes que siempre
merece la pena ver para deleitarnos una y otra vez.
En la Plaza Alta
Me encanta esta foto. Mis hermanas y yo estamos en la Plaza Alta, en Algeciras. Ignoro el año aunque creo que debía ser 1967 por la edad que se me intuye, soy la más pequeña y ahí no debo tener más de tres años. Estoy seria, mientras que las otras dos sonríen a la cámara. Las tres llevamos vestidos hechos por mi abuela María, quien nos confeccionaba entonces toda la ropa. Es verano y seguramente nos llevaban a dar un paseo desde nuestra casa en el Corpus. Normalmente siempre terminábamos comiendo algún que otro pastel en la Cafetería Mercedes, cuya dueña era tía de mi madre, mi madrina y la causante de que yo lleve este nombre. Probablemente en el momento en que nos hicieron la fotografía todavía no habíamos merendado pues de ser así nos delataría el merengue por la cara, al menos a mí (tengo una foto así, peleándome con una bizcotela de aspecto riquísimo, Humm) y quizás fue mi padre, quien nos llevaba siempre de una aventura a otra, el que decidió que pasáramos a la posteridad con esta instantánea. Detrás nuestro, la famosa fuente funcionando a tope y algo más cerca, una de las jardineras que embellecían la plaza en aquellos tiempos.
Si me gusta esta fotografía es porque entonces éramos
unas niñas felices y despreocupadas, solo atentas a las cosas típicas de la
infancia, sin otro problema que tener que comer alguna comida que no nos
gustaba o cualquier rencilla entre nosotras u otras niñas. La vida, a esa edad,
es un juego que parece no acabar nunca, un mundo donde cualquier sueño tiene cabida
y dónde estás protegida de todo lo feo que pueda existir. Es la imagen de un
verano feliz cuya prioridad del momento es comer una bizcotela que se deshace
en la boca y blanquea manos y ropas. La propia vida termina por hacer las cosas
más difíciles, aunque para nosotras la tragedia llegó demasiado pronto. Pero en
aquel momento solo éramos tres niñas normales pasando una tarde con su padre.
Me pregunto qué pasó cuando terminamos de posar y la
imagen quedó grabada para siempre. Seguramente me desprendí de mis hermanas
para salir corriendo hacia mi padre y exclamar:
-
¿Cuándo vamos a
merendar?
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